Caballeros, estas ideas, estas palabras… lo son todo. Esos hombres sabían que iban a ser ejecutados por sus palabras. ¿No podéis sentir su pasión?
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Caballeros, estas ideas, estas palabras… lo son todo. Esos hombres sabían que iban a ser ejecutados por sus palabras. ¿No podéis sentir su pasión?
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Ella quería creerlo y ese deseo tendría que haberla vuelto más escéptica. Pero al mirar aquellos ojos, ojos que siempre le habían parecido tan sinceros, se sintió vacilar.
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Los hombres rara vez consideran injustificadas sus propias acciones.
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Pero… ¿dejas de amar a alguien porque te traiciona? No lo creo. Eso es lo que hace que la traición duela tanto: el dolor, la frustración, la furia… y yo seguía amándola. Y la amo todavía.
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Esto es libertad, pensó, mientras inhalaba profundamente el aire fresco y húmedo. Cerró los ojos, sintiendo el viento al pasar. Esto es lo que siempre eché de menos, aunque no lo sabía.
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La fe adecuada es como una buena capa, creo. Si te sienta bien, te mantiene cálido y a salvo. Sin embargo, si no te sienta bien, puede asfixiarte.
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–Ciertamente, mi situación no es común. Yo diría que llegué a ella a causa de la fe. –¿La fe? –Sí. Dime, ¿en qué crees? Vin frunció el ceño. –¿Qué clase de pregunta es ésa? –La más importante, creo. |
He descubierto que tanto en la alomancia como en la vida la persona que mejor pueda juzgar las consecuencias de sus acciones será la que tenga más éxito.
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De repente, Vin sintió una paz abrumadora. Se le vino encima como un peso repentino y sus emociones guardaron silencio, como aplastadas por una mano poderosa. Su miedo se apagó como una vela, e incluso su dolor dejó de parecer importante.
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El lord Legislador no es nuestro Dios. Y no puede matarme. Lo intentó, pero fracasó. Pues soy lo que él nunca podrá matar.
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¿Qué criaturas mágicas podemos encontrar en Gringotts, el banco de magos?