Crecer es una trampa. Te toca aprender a vivir con la cabeza sobre los hombros. Prefiero seguir jugando a improvisar.
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Crecer es una trampa. Te toca aprender a vivir con la cabeza sobre los hombros. Prefiero seguir jugando a improvisar.
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[...] palabras textuales de ella: «Sergio no es guapo, pero es capaz de carbonizarte al instante la ropa interior que llevas puesta, la que guardas en el cajón y la que tienes pensado comprarte durante el resto de tu vida» Debo reconocer que semejante poder ígneo me provocaba, al menos, cierta curiosidad morbosa.
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Antes no creía en el para siempre, pero tú me has enseñado que la eternidad puede ser demasiado breve para darte todo el amor que guardo.
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—Siempre es así. Procuro estar siempre en movimiento. —Perdió la mirada en la ventana—. Pero hoy... Hoy no. Hoy solo me apetece ver la lluvia. Acompañado. De ti. —Giró la cabeza hacia mí—. Puto Pablo Alborán.
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—Pues abandona. —Estrechó su abrazo—. Bájate del puto ring con el dedo corazón erguido. Que le den por culo al mundo. Inventemos uno nuevo.
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—Esa mirada me la conozco. Te estás haciendo ilusiones... —Y me están quedando preciosas. |
—Pues nada, todo claro —carraspeó—. Cuando salgas de mi puta cabeza, cierra con cuidado, por favor.
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Qué pelazo, madre mía. Ya de por sí era sugerente, pero despeinado era brutal. Era un pelo que no pedía a gritos ser tironeado con pasión: lo jadeaba.
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A mí me tiene desde el principio. -Besó mi boca-. Me tuviste en el camping, me tienes en la oficina, te he metido en mi casa, donde ensayo..., no te saco de mi puta cabeza.
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La edad de la inocencia