La nostalgia de la mujer anfibio

Para mí, la frase del inicio de Ana María Matute, es la que marca el ritmo y dirección de esta novela:
“No podríamos vivir, a buen seguro, sin
esos instantes de necesaria melancolía, sin la nostalgia. Porque un hombre o una mujer sin recuerdos deben parecerse mucho a un tronco hueco, recorrido por las hormigas y la lluvia”.

Se trata del derecho a saber, a conocer, a crear recuerdos y conservarlos. Todo esto contado a través de generaciones. El derecho a la memoria.

Cristina nos brinda una novela con aura propia. Es algo que ya encontré en Las Inviernas y me encantó su estilo tan característico. Ha creado personajes muy fuertes y especiales, en su mayoría mujeres, porque aquí las que narran son ellas. Vas a leer este libro a través de Lucha, Cristal, Jesusa… y mención especial a la meiga Soliña que es ella la que provoca el cauce que toman los acontecimientos de todo un pueblo de tradición marinera.

Todo un pueblo cae en un sueño que vuelve los recuerdos velados, recuerdos de un naufragio en su costa querida y que es el punto de partida de toda esta historia. Pero Lucha no olvida, Lucha es nostalgia y melancolía, es nuestra mujer anfibio. Curtida por el salitre, por las redes que cose, por esa cesta que carga vendiendo lo que sus propias manos sacan del mar, con su larga melena que le llega al suelo y que tan habitada está. Porque aquí te encontrarás pinceladas de realismo mágico creando una novela muy especial.

Es una novela muy rica y amplia en cuánto a referencias y aspectos a tratar: nos habla de salirse del molde, de la no normatividad. de maternidades. Habla del deseo, que muchos años después puede seguir perenne y también el amor que cuándo no es correspondido, duele. Hay aspectos políticos que son tratados desde un humor muy especial. También hay espacio para el feminismo. No he podido no acordarme aquí de Silvia Federici y su ensayo sobre mujeres y caza de brujas. Porque aquí las mujeres tenían un punto de encuentro dónde se convertían en narradoras: los lavaderos.

Federici decía así: “a las mujeres se las ha considerado históricamente como las tejedoras de la memoria: quiénes mantienen vivas las voces del pasado y las historias de la comunidad, quiénes las transmiten a las generaciones futuras y, al hacerlo, crean una identidad colectiva y un profundo sentimiento de cohesión. Legan el conocimiento y la sabiduría adquirida, ya sea sobre los remedios medicinales, los problemas del corazón o la comprensión del comportamiento humano empezado por los hombres”

Y creo que no podía ser más acertado en referencia a lo que a mí me transmitía esta novela.

No sé si he sabido expresar bien todo lo que esté libro me ha gustado y las ganas que tengo de que lo leíais también vosotras.