Esta noche no hay cine. La pecera

Publicada en Fundamentos junto a “La piel del limón” en 2002 y con el título “Este domingo no hay cine”, “Esta noche no hay cine”, que edita en 2009 la SGAE con “La pecera y el mar”, es una comedia cómica metateatral que el dramaturgo definió como “un entretenimiento para reír y burlarse de los clásicos politiqueos de pueblo, del Rey, de la Guardia Civil y del sometimiento de la mujer a los caprichos del hombre”.
El Teatro Arriaga de Bilbao vio debutar como autor al barcelonés Jaime Salom Vidal el 14 de mayo de 1955 con “El mensaje”. Luego vendrían piezas como la mítica “La casa de las chivas”, la premiada “Los delfines” o la policíaca “La trama”. Como ha escrito Jaime Siles, “sus textos han recorrido todas las temáticas y su técnica no ha ignorado ningún registro”, porque ha sido un autor “que siempre supo cómo pulsar el interés del espectador de turno para hacerse con su aplauso y consideración”, según Medina Vicario.
Salom, que demuestra una vez más una capacidad inusitada para trazar a los personajes, defiende los derechos de la mujer (cf. “Historias íntimas del paraíso”), que en esta primera de las dos obras se hallan ligados a los ideales de la República, y perfila un elenco de individuos con su certera pluma, que componen un retrato de 1931. Desde el galán venido a menos, al nuevo empresario teatral inculto, hasta la joven con ganas de actuar pero sin formación, todo aderezado con una obra teatral que tiene que ponerse en pie entre numerosos contratiempos y sin medios en un teatro de pueblo y por una compañía mediocre. Esto provoca un choque caricaturesco de caracteres por medio del que Salom da testimonio de lo que ve en la vida real, porque Salom utiliza el pasado para criticar el presente. La obra pudo verse en la XII Muestra de Teatro de Alicante.
Un buen texto es aquel que genera más preguntas que respuestas, como es el caso de “La pecera y el mar”. Los personajes tienen por nombre un número, porque son como Vladimir y Estragón esperando que Godot tome una decisión sobre su futuro, son como Crusoe y Viernes, ligados para la posteridad en los límites de su reducido espacio vital, primero compuesto por una pecera y en el segundo acto por una isla. Salom ha afirmado que “he tratado de dar humanidad a mis personajes y un rasgo importantísimo de esa humanidad es la libertad”, libertad en exceso de la que disfrutan los personajes a su manera en este segundo texto, tanta que no saben qué hacer con ella y acaban sucumbiendo ante la sosegada y cálida cotidianeidad.