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Crítica de Beatriz_Villarino


Beatriz_Villarino
20 October 2018
No conocía a Carlos Salem, no había leído nada de él, pero en principio En el cielo no hay cerveza me atrajo por el título, y porque es novela negra, por supuesto. Una vez terminada puedo saborearla mejor; al contrario que otras novelas que voy aprovechando cada momento, en ésta disfrutaba una vez que había dejado de leer, cuando pensaba en lo ocurrido; y es que durante la lectura me venían a la mente diferentes interferencias que impedían la concentración total ¿cómo será el autor? ¿qué edad tendrá? ¿a quién representa en la realidad Jorge Tardío? ¿o Jessica Vanessa? No conozco a todo el elenco de la prensa rosa; y los personajes que aluden a otros tantos del evangelio también han conseguido que deje la lectura e investigue sobre ellos porque no recordaba bien a algunos, es verdad que los nombres me sonaban, los Zebedeo por ejemplo, pero no les asignaba un papel en el Nuevo Testamento. Asimismo el vocabulario empleado es algo desquiciante, todos hablan igual, con una especie de jerga urbana que hace imposible distinguir a Diosito del policía El Perro, del periodista, de la escritora travesti-mental Queca Osman, del pescadero Peter Simón, o de la madre de Diosito, Mariah.
Y ha sido en este ejercicio de localización cuando he entendido, creo, mejor la novela. La mezcla de nombres reales entre los personajes y la uniformidad de expresión consigue igualar a toda una sociedad. La irreverencia con la que son tratados todos aquellos representantes de la historia sagrada evidencia la poca credibilidad de una serie de acontecimientos que las sociedades han dado por ciertos, llevando al ser humano a niveles de ingenuidad impropios de un ser racional.
Me he reído a veces; creo que George S. Atán, nuevo marido de Mariah, padrastro de Diosito por tanto, tiene un papel entrañable en la historia. Con Mariah también he disfrutado, es esa madre coraje que no está dispuesta a que toquen un solo pelo de su segundo hijo. Y Diosito es inigualable, un personaje de apariencia inclasificable, entre simpática y repulsiva, un personaje al que sus actos acercan a todos los dioses que han poblado los diferentes cielos, juguetón según las oportunidades, caprichoso, malcriado, bondadoso a veces, a veces malvado.
En otros momentos he pensado que Poe debería haber dejado de beber cerveza. Es realmente angustiante leer escenas en las que la cerveza no se acaba nunca.
El protagonista, sin embargo, no ha conseguido que me identifique con él, no sé muy bien por qué, pero una vez leídas alguna que otra entrevista que le hicieron a Carlos Salem y ver su foto, quedó irremediablemente unida a El Poe y no he podido quitármelo de la cabeza en todo el relato. Puede que por eso me haya gustado menos. Creo que El Poe, más que protagonista, es un director de orquesta encargado de ir presentando a los personajes que realmente son los protagonistas, todos ellos, a su vez, miembros del ser global que hemos conformado y nos hemos conformado con el resultado: una sociedad desquiciada y desquiciante que consigue anular a la persona como tal para hacerla parte de una bufonada, un espectáculo en el que si no bailas al son del que lo dirige estás perdido, antes o después y, de una manera u otra, desaparecerás.
El argumento es una alegoría bastante original, el segundo hijo de Dios baja a la Tierra para reclamar su momento de gloria, tal como lo tuvo su “hermanísimo”. A partir de ahí ocurre todo lo contrario que leímos en el evangelio, es decir, son masacrados todos aquellos que se burlan de Diosito o no creen en él. El protagonista, Poe, deberá descubrir al asesino pues teme que detengan a Diosito, ya que la sociedad piensa que es una venganza de ese loco con aires de grandeza. Poe va hilando los hechos perfectamente hasta llegar a tres sospechosos que nos sorprenden en todo momento, pues los giros que van danto a la trama hacen que el lector cambie su punto de vista y su conclusión al menos tres veces. al mismo tiempo, el protagonista se encarga de escribir la vida del hijo pequeño de Dios como si de un evangelio se tratara; cómo formó un grupo-secta con el que pretendía atraer a las masas para que lo siguieran, y así ridiculizar y desacreditar al dios vigente, cómo se consagró, cómo quedó en entredicho y fue humillado delante de todos, y cómo se puso en peligro al no hacer caso a su madre que, por mucho que lo intentó, no pudo protegerlo.
De forma paralela hay dos historias de amor que, al igual que la sociedad en la que se desarrollan, están tildadas de engaño, la suya con Angélica, periodista cuyo fin inmediato es descubrir a Queca Osman Dendeiro, la escritora oculta de novela rosa-porno de gran éxito, y la del policía El Gato con Flor, recluida en un sanatorio mental desde que su novio, el hermano del Gato, la abandonó para casarse con otra.
Esta novela es indiscutiblemente negra, el ambiente sórdido de la telebasura por donde psicópatas, mafiosos, ladrones, prostitutas, criminales y policías se mueven de forma natural; los asesinatos pensados por la mente más retorcida (menos mal que no profundiza en las torturas, porque son espantosas), así como la trama que nos va descubriendo al asesino hasta llegar casi a la última página, la enclavan en este género policíaco. Estoy de acuerdo con el autor, al menos en parte, en que es de humor, podríamos decir que humor negro «Mientras me tomen en serio mis lectores, mientras lloren en una parada de metro con un capítulo y se descojonen de risa con otro dos paradas más tarde, lo demás me da igual» (Culturamas, 15-06-2015). Tiene además alusiones al cómic detectivesco, Magdalena recuerda a un personaje de Miller, endurecida por las circunstancias en las que la vida la ha envuelto, decadente, cínica y violenta podría pasear perfectamente por Sin City. En otro extremo, el inspector Arregui recuerda en varias ocasiones al número uno de los detectives que utilizan el disfraz para resolver sus casos, Mortadelo. Sin embargo no creo que Diosito difiera tanto de Jesús. Salem afirma en la misma entrevista que «Esta novela nace de dos supuestos y uno de ellos es que si hoy Jesús bajara a la Tierra, nadie le haría el menor caso…». Diosito tiene su público al principio, sobre todo cuando empieza dando a la gente lo que quiere, y algo así sucedió con Jesús quien también tuvo que realizar milagros para que lo tomaran en serio.
Novela negra que mantiene la atención del lector, que mantiene la intriga hasta que llegamos al final y el autor descubre la verdad y el lector se descubre ante el autor por la originalidad de la que ha hecho gala.
He tenido que terminar la novela y pensarla para llegar a la conclusión de que me ha gustado, pero, de señalar algo, me quedo con el tipo de mujer que atrae al Poe, puede que porque a mí también me gustaría ser así:
«Mujeres testarudas, firmes y un poco cabezotas, que a fuerza de darse de cara contra los muros, optan por hacerlo con los ojos bien abiertos y por eso adquieren esa expresión de perplejidad avisada […] Mujeres dueñas de una inteligencia tan aguda que acaba pinchando donde más suele doler, que poseen la suficiente lucidez para presentir sus propios errores y la necesaria generosidad como para celebrar, en honor a esos mismos errores, cuando llegan, una fiesta de bienvenida»

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