El principito

El libro en sí es corto, no nos olvidemos de que el público al que está dirigido es muy joven, por lo que un adulto en una hora más o menos puede leerlo sin problema. Teniendo en cuenta que se publicó por primera vez en 1943, no es un libro para niños al uso de la época. Encierra reflexiones muy profundas e interesantes que pocos libros de entonces tenían. ‘El Principito' apreciado desde la perspectiva del adulto es muy diferente, o por lo menos esa es mi sensación después de haberlo leído de niña y de adulta. Por ejemplo, esa crítica hacia los adultos, sobre cómo intentan moldear a los niños a su antojo sin pensar en sus gustos e ideas propias, con presiones, de pequeña lo vi con incluso ternura, como si lo hicieran sin querer. Ahora, al leerlo me doy cuenta de que tiene toda la razón, y de que es más peligroso de lo que pensamos, puesto que estamos pidiendo a los niños que sean todos iguales, que dejen su creatividad a un lado y que memoricen tonterías que luego no van a necesitar en su vida adulta.

La estructura de la historia no es sencilla, pero es fácil de seguir: el narrador nos cuenta un poco su vida, y cómo acabó teniendo un problema con el avión que conducía. Así conoció al Principito, el cual a su vez le cuenta el porqué de su visita al desierto. El narrador parece en un principio el protagonista de la historia, o por lo menos lo creeríamos así si no fuera por el título. Ese título nos invita a esperar a el pequeño príncipe desde el principio, y hace preguntarte cuándo va a aparecer en la historia. Y no se hace esperar demasiado.

Creo que es una lectura esencial, da igual la edad que tengas. Las reflexiones de este cuento son importantes para cualquiera.