El mal o el drama de la libertad

¿Por qué existe el mal en el mundo? ¿Por qué las personas se matan entre sí, violan, torturan, oprimen a otros, cuando saben, cuando todos sabemos, que está mal? Ese dilema es uno de los más antiguos de la historia de la humanidad, y muchísimos filósofos han escrito al respecto, intentando encontrar una respuesta definitiva. Una respuesta, que por otro lado, es imposible de encontrar.
El libro está bien escrito y es simple, pero funciona más como una guía que como un tratado independiente. Si no han leído los autores que menciona, o al menos, conocen los rudimentos de su filosofía, se hace difícil de sobrellevar. Además, creo que peca por corto: no es posible resumir adecuadamente las ideas de Kant, Schopenhauer, el Marqués de Sade, San Agustín, Rousseau, Nietzche, Hobbes, Platón, Freud (solo por mencionar algunos) en menos de trescientas páginas. La idea no está mal, pero creo que hubiera ameritado una serie del libros.
Algunos fragmentos me llamaron mucho la atención, en particular los análisis de pasajes de la Biblia. Como ateo que soy, me resulta muy fácil señalar el origen del mal: el ser humano es un ser defectuoso y egoísta, que antepone a menudo sus propios deseos a los derechos ajenos. Es una visión pesimista. Pero ser ateo no implica despreciar a la religión ni dejar de sentir interés por ella y sus postulados. Me gusta pensar que soy de mente abierta y por eso pondero constantemente el estado de las cosas. Si creyera en Dios, me decantaría por el argumento de la libertad: Dios tolera el mal porque es el precio de la libertad. Si hemos de ser adultos responsables por nuestros actos, debemos tener la libertad de actuar mal, para poder escoger conscientemente el bien. Si nos obligan a elegir el bien, sería una elección falsa y carente de valor.