La pesquisa

"En el remolino lento del día, no parece existir la dimensión del tiempo: el mundo es como una masa pegajosa en desenvolvimiento imperceptible, y el ser atrapado en la gelatina incolora no solamente no se debate, sino que parece aceptar, como sola opción posible, gradual, el hundimiento."

A fines de los ochenta, Pichón Garay regresa a su ciudad natal de Santa Fe tras años de vivir en París. Allí se encuentra con su amigo Tomatis, con la ausencia palpable de su hermano melllizo desaparecido en la dictadura, y con la noticia de un misterioso manuscrito encontrado mientras se ponían en orden los papeles de su amigo Washington, fallecido recientemente. Durante una noche tórrida con una tormenta en ciernes, Pichón les narra a Tomatis y al joven escritor Soldi la investigación llevada a cabo por el inspector Morvan en París para dar con el asesino en serie que ya ha despachado más veintisiete ancianas en el mismo barrio. Hasta ahí la fábula. O sea, la parte más insignificante de la narración.

Lo dije antes y lo reitero: lo que sucede en la obra de Saer sucede en el plano del lenguaje. Por eso es tan difícil dar cuenta de las tramas, que no son sino una excusa para que Saer despliegue su destreza arquitectónica para armar relatos que son una pieza de ingeniería. En "La pesquisa", juega a entrecruzar el género policial en su versión posmoderna con el relato más costumbrista del regreso de Pichón a Santa Fe, pasando también por relatos mitológicos griegos y hasta por la Divina Comedia para crear una narración enmarcada donde el adentro y el afuera se confunden y Morvan y Pichón se convierten en dobles embarcados en una búsqueda en la que se juega su misma identidad.

Hay muchos pasajes que marqué porque la genialidad de Saer me deja sin aliento. Pero lo que más me conmovió es el relato de la amistad entre Tomatis y Pichón, el modo sutil que tiene Saer de mostrarnos su vínculo lleno de silencios significativos y miradas que lo dicen todo. La amistad, nos muestra Saer, da cuenta del paso del tiempo y sus estragos, pero también encuentra un cauce más sereno acorde a esa etapa que es algo así como el otoño de la vida. "Soldi los observa, curioso y sorprendido: más cerca de los cincuenta que de los cuarenta, no parecen ignorar lo que se aproxima, y sin embargo dan la impresión de estar instalados en el presente como en un trono indestructible." Hay millones de cosas más que decir de esta obra inmensa, pero voy a limitarme a recomendarles enfáticamente que ingresen en el mundo de Saer.