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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
04 April 2018
La fragilidad de la vida... una muletilla con la que solemos terminar siempre que somos partícipes o conocedores de estados y situaciones negativos a la condición humana.

Abdón es sinónimo de roca dura, granítica... todos los que le conocen o han conocido (familiares, amigos, alumnos) lo definen como un hombre rudo, introvertido e inamovible, impermeable a todos los sentimientos y emociones expresados o guardados por sus seres queridos.

Abdón expresaba y transmitía su sensibilidad y delicadeza a través de los libros, libros y más libros. Para él, una caricia al lomo de una primera edición rara y única era incomparable a las mismas caricias no dadas a su hija. Todos sus libros, su biblioteca (poseía cerca de ocho mil volúmenes), eran fuente de información y gratitud, pues lo humanizaban de tal forma que la única manera de interpretarle era gracias a todos libros atesorados a lo largo de su vida.

Al final todos nos debemos a una ley natural y sencilla: la ley de la caducidad y la evolución de los seres tanto vivos como inertes. Abdón, igual que una roca inerte, se erosiona, pues no deja de tratarse de un ser vivo que con los años se va deteriorando... ha entrado en una edad donde la buena salud es toda una dádiva de la vida.

En el momento en que a nuestro protagonista le diagnostican la terrible enfermedad del alzhéimer, entiende que solo le queda ofrecer y devolver, ya sean libros, sentimientos o disculpas, para así cerrar su ciclo vital, clausurando etapas al mismo tiempo que se despide de aquellas personas que han representado algo en su vida. Como he comentado anteriormente, los libros eran su centro vital, su motor y su vida; por ello no pueden quedar excluidos de su final, pues son el canal que utiliza para, ya sin tiempo, cerrar todas las heridas abiertas y pospuestas, rememorando y uniendo aquellas personas con los libros que estas le regalaron, por una u otra razón.

Para esta empresa cuenta con el apoyo de su hija Virginia; ella será su mente y su cuerpo cuando estos le fallen. Javier Sachez García, el autor, no solamente nos argumenta en su trama el ocaso de Abdón, sino la preocupación por sus libros una vez no sea consciente de ellos; así, con la devolución a sus dueños, puede quedarse relativamente tranquilo. Igualmente considero que se trata el tema materia, lo tangible, los libros en cuestión, su estado y conservación.

El autor nos eleva a un plano superior... me refiero a la catarsis de las almas en los encuentros con todos sus seres queridos; en concreto a la purificación y liberación de los recuerdos, tanto los de Abdón como los de su hija Virginia.

En el caso de Virginia, hay un momento en el libro que parece que estoy escuchando a Carmen Sotillo, la protagonista del soliloquio en Cinco horas con Mario, del gran escritor Miguel Delibes. Creyendo que su padre ha perdido toda la lucidez y conciencia, empieza a vomitar todos los rencores, malentendidos e incomprensiones acumulados y enquistados, liberándose así de todos los años de silencio y frialdad paterna.

El alzhéimer es un diagnóstico terrible, pero si algo tiene de positivo en Abdón es la oportunidad que le da de humanizarlo y vivificarlo pues, aunque parezca una incongruencia, en el momento en que se conciencia de su enfermedad, Abdón empieza a vivir, a valorar todos sus recuerdos y momentos. Se activa cerrando y despidiéndose de sus libros, pero también de aquellos que representaron algo para él. Entiende a su mujer, fallecida hace años, y al tiempo comprende a sus hijos; se abre a ellos, dentro de las posibilidades que le da esta enfermedad, descubriendo que no son personas ajenas y silenciosas tal y como él las había educado sino que, sobre todo su hija, tiene un corazón infinito, el cual puede tocar y vislumbrar en la paciencia, dedicación y sacrificio que le profesa.

En Manual de pérdidas no solo conocemos la historia de un profesor de Historia, jubilado y bibliófilo, sino que el autor hace un recorrido por la literatura, rememorando obras un tanto olvidadas en mi caso, como Tiempo de Silencio, de Martín Santos, libro que leí hace unos años, no muchos, pero del que recuerdo que una vez que lo terminé de leer, las ratas fueron interpretadas de diferente manera en mi conciencia. Todos los libros referidos por Javier Sachez García en su novela aparecen concretizados en el acertado e ilustrativo prólogo, que recomiendo leer porque está lleno de sabiduría y conocimiento.

El autor diseña en su libro una trama original y actual que evoluciona condicionada por una elegante y ágil narración. Su pulcritud y sencillez transmiten todos los sentimientos e inquietudes de los personajes... sus recuerdos, aflorados e impregnados de los olores primigenios; así, no solo participamos del ocaso y rendición de Abdón, sino que, a mi juicio, nos involucramos más en las remembranzas y recuerdos ofrecidos por el protagonista a cambio de la purificación y liberación de su alma.

Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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