El misterio de Ardlamont

Un joven aristócrata que está bajo la tutela de un hombre sin escrúpulos. Un hombre que vive de la palabrería, las apariencias y de préstamos y seguros fraudulentos. Un accidente de caza en una finca aislada en Argyllshire, Escocia. Unos investigadores populares y un caso tan sumamente mediático que aún se sigue hablando de él a día de hoy.
Estos son los ingredientes de este ensayo publicado por Daniel Smith en 2018 y que nos trae @larrad con traducción de Patricia Losa Pedrero.
La ilustración de portada es de Iban Barrenetxea .
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Hay vida (🤭) detrás de Jack el Destripador, el crimen más sonado de la criminología británica, y es que el caso Ardlamont causó auténtica sensación en 1893 y los años posteriores.
Una de las cosas que llamó la atención de las masas fue que el acusado era alguien de clase alta e inteligente, todo lo contrario de la imagen estereotipada que tenía la sociedad victoriana de un criminal, es decir, de clase baja e inteligencia limitada (¿os suena alguien llamado Moriarty?).
Otro de los aspectos más llamativos del caso fue la participación en la acusación de los doctores Joseph Bell y Henry Littlejohn, eminencias de la sociedad escocesa y de la escena judicial del momento, acudieron en calidad de expertos para dar su opinión sobre las pruebas del delito. Pero eso no es todo porque por aquel entonces ya se sabía que Bell había sido una clara fuente de inspiración para Conan Doyle en la creación de su personaje más mítico, Sherlock Holmes. El primer capítulo está dedicado enteramente a contar esta conexión y a lo largo de toda la obra Smith nos va dando pinceladas de las interconexiones entre el caso real y la creación de Doyle.
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La estructura del ensayo me ha parecido magnífica. Primero se nos presenta a Bell y Littlejohn y se nos ofrece una didáctica explicación de la situación de la ciencia forense del momento. Después aparecen en escena el resto de personajes y sus historias personales. Después vienen los hechos, la investigación y juicio. Esta parte es trepidante y no se puede dejar de leer. El tercio final está dedicado a la resolución del juicio y a sus consecuencias para terminar con un pequeño giro en forma de especulación. No cuento más por no destripar pero ganas de hablar de ello no me faltan.
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Si os gustan los juicios, la ciencia forense y un buen misterio no os perdáis este ensayo. Y es que a veces la realidad supera la ficción y nos regala historias como esta.