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Arin se encuentra en el este buscando aliados para hacer frente a la guerra que se avecina entre Herrán y Valoria. Cuando Arin regresa a Herrán se entera de que la Polilla ha sido apresada y un mal presentimiento le persigue aunque lo deja pasar, hasta que habla con un mensajero herraní que acaba por confirmar su mayor miedo. Entonces Arin decide dejar de lado la guerra y partir hacia las minas de azufre para intentar rescatarla. Mientras en el norte Kestrel libra una batalla diferente intentando sobrevivir y mantener sus recuerdos pero poco a poco, día tras día su voluntad va cediendo y al final acabará por doblegarse ante el yugo de sus captores. . Este libro me encantó y creo que es un excelente final para una trilogía que si aún no habéis leído tenéis que hacerlo. Lo que más me gusta de este libro es las referencias continuas al panteón de los dioses de los herranis, una sociedad que tiene más de 100 dioses, sobre todo me gusta la conexión entre Arin y el dios de la guerra con el que habla durante todo el libro. Lo que no me gustó fue que la autora borrase los recuerdos a un personaje de la historia ya que odio cuando los autores hacen esto a alguno de sus personajes |
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