Un ensayo muy interesante y revelador sobre cómo las mujeres han sido borradas y silenciadas en la literatura. Es abrumador y terrible el saber cómo nuestras experiencias han sido olvidadas a través de los siglos, minimizando los pensamientos y manifestaciones artísticas basadas únicamente en el género y sexo. La autora señala cómo la literatura escrita por hombres se ha convertido en el grueso del cuerpo de clásicos y parte de un canon a seguir, aun y cuando escriben sobre experiencias personales o muy íntimas –pero cómo son hombres, es validada por ese hecho. Si fuera una mujer, siempre habría un “pero”, un cuestionamiento, una duda sobre la calidad de su trabajo. En ese sentido, hay mucho sobre lo cual pensar y sobrepasar en el mundo literario porque no es justo que la experiencia femenina no sea considerada suficiente para ser buena literatura. Este libro también me invitó a pensar en cómo personalmente he percibido la ficción y no ficción de mujeres y he de confesar que, por muchos años, únicamente leí autores masculinos. Sin embargo, esto no fue porque pensara que fueran mejores: de entrada, las listas de mejores libros, best sellers, recomendaciones, siempre ha estado dominada por hombres. Pero, por otra parte, también soy consciente que algunas “críticas literarias” me llevaron a tener un cierto sesgo, en algún momento de mi vida, y el cual afortunadamente he superado. Tengo tan presente cuando, en una ocasión, leí que alguien había considerado que Rosario Castellanos escribía como una “plañidera” y eso me marcó porque dije, yo nunca quisiera escribir así, y me quedé con una impresión negativa, pero sin razón. Porque, ¿qué hay de malo? ¿Quién determina que escribir con sentimiento es hacer mala literatura? Y la respuesta es el canon impuesto que discrimina a la mujer. Sin duda, considero que ha habido un cambio en los últimos años –este ensayo fue escrito en la década de los setentas- pero todavía queda mucho por hacer pues persisten muchos prejuicios que superar. En cuanto al libro como tal, lo que me hubiera gustado es que la autora incluyera algunos ejemplos de la literatura universal ya que el texto se centra únicamente en la tradición anglosajona cuando pudo haber ejemplos de otras literaturas.
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