“El universo era prodigioso, y sólo el hábito, la anestesia de lo cotidiano, nos embota la vista. Hacía un par de días había leído que las estrellas del firmamento, en su proceso natural de combustión, comprimían el carbono en diamantes. La idea de que las estrellas lanzaran una lluvia de diamantes al vacío también parecía un milagro". No sé cómo reseñar esta novela -fue un regalo de uno de mis mejores amigos, quién llevaba años pidiéndome que la leyera, pensando en que podría fascinarme, considerando nuestro gusto compartido por el realismo mágico. “Es una de mis tres novelas favoritas, junto a Cien Años de Soledad y El Quijote de la Mancha”, me dijo. Qué mejor carta de presentación. Así que inicié Los Versos Satánicos, con altísimas expectativas y muy entusiasmada y si bien encontré mucho valor literario en la polémica novela de Rushdie, debo confesar que en algunos momentos me pareció muy confusa. Ahora bien, no sé si esto se deba a que, como cualquier clásico, una primera lectura resulta intimidante y compleja y todo el valor contenido en ella requiera varias relecturas; o bien, simplemente, que no era el texto para mí. Este buen amigo me decía “que Rushdie tiene mucho de Gabo” y, en este sentido, es evidente que el texto tiene muchos elementos de realismo mágico -el capítulo de Aeyisha, una jovencita que es rodeada y seguida por mariposas mientras intenta convencer a un pueblo en la India para iniciar una peregrinación a la Meca tiene un marcado paralelismo con las mariposas amarillas de Macondo: "Esta remota región siempre fue famosa por sus lepidópteros, milagrosos escuadrones que llenaban el aire de día y de noche, mariposas con la propiedad del camaleón, cuyas alas cambiaban de color según se posaran en una flor bermellón, una cortina ocre, una copa de obsidiana, o un anillo de ámbar.” Sin embargo, no puedo dejar de sentir que algo me faltó. Y es que considero que, a diferencia de Gabo en Cien Años…, en Los Versos… hay muchos detalles que, si uno desconoce la historia del islam y de la India, generan confusión y se pierde un poco le hilo de la historia. En ese aspecto, la novela de Gabo, si bien confusa entre una genealogía extensa y con nombres repetidos una y otra vez y elementos fantásticos, me parece una historia redonda de principio a fin y que, a pesar de ubicarse en América Latina, no requiere de un conocimiento histórico para comprenderlo, como en el caso de la novela de Rushdie. En esta primera lectura, siento que Los Versos… queda debiendo: hubo muchos pasajes que no entendí porque estaban ahí o qué aportaban a la historia de nuestros dos protagonistas, Gibrel Farishta y Saladin Chamcha, cuyos destinos se entrelazan durante el secuestro y atentado de un avión, tragedia de la cual ellos sobreviven. Tras su milagrosa salvación, Gibrel -actor de Bollywood, comienza a transformarse en un ángel– mientras que Saladin -también actor y locutor amante de lo británico – se convierte en un demonio. La novela nos introduce a las vidas de ambos antes del accidente, pero también mezcla visiones del pasado -en el cual Gibrel es la reencarnación del ángel Gabriel quien hizo las revelaciones a Mahoma, y así se reconstruye un momento histórico del islam. Los capítulos sobre Jahilia, la ciudad del profeta y que entiendo contienen las blasfemias por las cuales el autor fue juzgado, me parecieron extraordinarios -tanto en el lenguaje, la ambientación y contexto histórico, y el conflicto de emociones humanas con las creencias divinas. En ese sentido, los capítulos que más disfruté fueron los de los sueños o revelaciones -es decir, los que tenían poco que ver con Gibriel y Saladin, quienes eran hombres soberbios e inconformes con su vida y su pasado. Dichos capítulos estaban escritos con maestría y podía sumergirme en la narración totalmente, encontrando bastantes paralelismos con la prosa de García Márquez. No obstante, no puedo dejar de sentir que estos capítulos estaban fuera de contexto con respecto a los principales protagonistas. de hecho, tuve que consultar qué tenían que ver parte del profeta con el Gibriel contemporáneo y pasajes como el de Rosa Diamond o Aeishya considero que poco tenían que ver con la trama principal. No quiero ser injusta con esta novela y creo de verdad que quizá es uno de esos libros que bien merece ser releído, con mucho más contexto y una mente abierta para capturar todos esos detalles que pudieron escaparse desde el principio. No sé si en el corto plazo lo haré, pero esta reseña no es de ninguna forma, final. + Leer más |