Se conoce que lo arrastraba el ansia. Y el ansia deja huellas siempre.
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Se conoce que lo arrastraba el ansia. Y el ansia deja huellas siempre.
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Este mundo, que lo aprieta a uno por todos lados, que va vaciando puños de nuestro polvo aquí y allá, deshaciéndonos en pedazos como si rociara la tierra con nuestra sangre. ¿Qué hemos hecho? ¿Por qué se nos ha podrido el alma?
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Pedro Páramo se quedó sin expresión ninguna, como ido. Sus pensamientos seguían unos a otros sin conseguir juntarse. Al fin dijo: — Estoy empezando a pagar. Es mejor empezar temprano para terminar pronto. |
Hacía tantos años que no alzaba la cara, que me olvidé del cielo.
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«Hace mucho tiempo que te fuiste, Susana. La luz era igual entonces que ahora, no tan bermeja; pero era la misma pobre luz sin lumbre, envuelta en el paño blanco de la neblina que hay ahora. Era el mismo momento. Yo aquí, junto a la puerta mirando el amanecer y mirando cuando te ibas, siguiendo el camino del cielo; por donde el cielo comenzaba a abrirse en luces, alejándote, cada vez más desteñida entre las sombras de la tierra. »Fue la última vez que te vi. Pasaste rozando con tu cuerpo las ramas del paraíso que está en la vereda y te llevaste con tu aire sus últimas hojas. Luego desapareciste. Te dije: "¡Regresa Susana!"» Pedro Páramo siguió moviendo los labios, susurrando palabras. Después cerró la boca y entreabrió los ojos, en los que se reflejó la débil claridad del amanecer. Amanecía. |
Me acordé de lo que me había dicho mi madre: "Allá me oirás mejor. Estaré más cerca de ti. Encontrarás más cercana la voz de mis recuerdos que la de mi muerte, si es que alguna vez la muerte ha tenido alguna voz." Mi madre... La viva.
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Qué haré ahora con mis labios sin su boca para llenarlos? ¿Qué haré de mis adoloridos labios?
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Esperé treinta años a que regresaras, Susana. Esperé a tenerlo todo. No solamente algo. Sino todo lo que se pudiera conseguir de modo que no nos quedará ningún deseo, sólo el tuyo, el deseo de ti.
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Tus labios estaban mojados como si los hubiera besado el rocío
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Había estrellas fugaces. Las luces en Comala se apagaron. Entonces el cielo se adueñó de la noche. |
Es un cuerpo creado a partir de la unión de distintas partes de cadáveres diseccionados, escrito por Mary Shelley a partir del reto literario de Lord Byron.