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Crítica de Paloma


Paloma
09 February 2020
“…Dicen los de allí que cuando llena la luna, ven de bulto la figura del viento recorriendo las calles de Luvina, llevando a rastras una cobija negra; pero yo siempre lo que llegué a ver, cuando había luna en Luvina, fue la imagen del desconsuelo…siempre.”

No sé cómo escribir una reseña que pueda hacerle justicia a este libro de cuentos de Rulfo. En parte es porque aún sigo atrapada en el universo mágico de las historias que forman El Llano en Llamas y en otra, porque siento una especie de deuda sobre otra gran obra de este autor mexicano, que aún intento descifrar y entender.

No tiene mucha relevancia para esta reseña, pero quisiera reconocer que Pedro Páramo no es de mis novelas favoritas. A lo largo de los años la he releído un par de veces, la he analizado, intentado encontrar aquella magia y perfección que ha hecho que tantos autores de todo el mundo le hayan dado el título de la mejor novela escrita del siglo XX. Borges, Sontag, Benedetti, la alabaron profundamente y García Márquez, supo que podía escribir Cien Años de Soledad después de enfrentarse al universo rulfiano. Tajante, afirmó:

“Yo nunca le pregunto a un escritor por qué no escribe más. Pero en el caso de Rulfo soy mucho más cuidadoso. Si yo hubiera escrito Pedro Páramo no me preocuparía ni volvería a escribir nunca en mi vida.”

Pero lo cierto es que como lector, uno no está obligado en alabar lo que a otros críticos les parece extraordinario. Eso lo he entendido con el tiempo y considero que he hecho las paces con esto, si bien no deja de ser complicado, como mexicana, no apreciar una novela que, reconozco es buena, pero no me movió profundamente como lectora. Pedro Páramo juega con el realismo mágico, con la literatura fantástica, en un México que me parece tan conocido pero, no sé si por eso, no me provocó tanta emoción.

Entonces, por mucho tiempo me debatí entre leer esta colección de cuentos, que se considera un preámbulo de Pedro Páramo y Comala porque pensaba, ¿qué podré descubrir que la novela no me haya demostrado ya? Pero vaya que descubrí mucho y para bien, y aunque tarde, me uno a la crítica que considera El Llano en Llamas una obra extraordinaria.

Las colecciones de cuentos suelen ser a veces difíciles porque el cuento en sí, es un género complicado, que requiere de una gran maestría para ser contundente. Algunas de estas antologías suelen tener un par de cuentos buenos, y el resto es normal o con frecuencia, a mí me pasa que siento que falta más para tener una historia redondeada, perfecta. Por su brevedad y extensión, son pocos los escritores que a través de unas páginas en el cuento, logran transmitir tanto contexto, tanta verdad, pintando paisajes emocionales y reales, que sacuden al lector.

Y El Llano en Llamas lo logra. Cada cuento no sólo construye la realidad del México posrevolucionario –en cuanto a la aridez de los paisajes, la crudeza del clima, la destrucción y abandono de tantos pueblos en donde no quedan más que mujeres y polvo, desesperanzados- sino en las emociones que genera en el lector. Después de concluir una historia, tenía que cerrar el libro y pensar algunos días sobre el texto pues todo –la atmósfera, los personajes, la desazón de la historia– pesaban en mi mente. Rulfo captura de manera magistral el sentir no sólo de la realidad mexicana, ya desilusionada de los resultados de la Revolución de inicios del siglo XX, sino de hombres y mujeres, de seres humanos, atrapados entre el pasado y un futuro que parece demasiado incierto, por la herencia de los recuerdos que no deja de estar presente. Algunos de estos cuentos me conmovieron de tal manera que estuve al borde de las lágrimas.

Y es precisamente esto lo que me pareció majestuoso y único de El Llano en Llamas: el retrato de los seres humanos, con emociones y temores que se mezclan con la incertidumbre de un país con una historia tan convulsa y compleja que hace cincuenta años teníamos y seguimos teniendo. También me pareció magnífica la presencia de todos estos elementos fantásticos, incluso con un toque de horror, que son parte simplemente de la historia de la humanidad desde siempre y tiene un peso fundamental en las mitologías del mundo. Creo que Rulfo lo logró de una manera tan extraordinaria, tan universal, que por ello, grandes escritores se han sentido totalmente identificados y deslumbrados ante estas historias.

“La madrugada era oscura, sin estrellas. El viento soplaba despacio, se llevaba la tierra seca y traía más, llena de ese olor como de orines que tiene el polvo de los caminos (…) Allí en la tierra estaba toda su vida. Sesenta años de vivir sobre de ella, de encerrarla entre sus manos, de haberla probado como se prueba el sabor de la carne.”

Cada cuento es una joya y merece muchas, muchas relecturas; sin embargo, los que más resonaron conmigo son: Talpa, ¡Diles que no me maten!, Luvina, Paso del Norte, No oyes ladrar los perros, El día del derrumbe y Anacleto Morones. de esta lista, ¡Diles que no me maten! y Luvina me parecieron extraordinarios, emotivos, siendo el primero una historia de la lucha por la vida en un contexto de injusticia social que se dibuja a través del diálogo y el segundo, el claro antecedente de la Comala de Pedro Páramo.
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