Lo que quiero es tu amor, venerada chiquilla; si pudiera, haría un mundo bueno para ti, te llevaría siempre en mis brazos, para que no te lastimara la vida. Que no sufrieras nunca, en ningún momento. ¿Qué podría pedírselo a Dios a cambio de eso? Para verte, para sentirte tal como quisiera, necesito dejar el mundo de las gentes, borrar los cuadros de las calles y las caras amargas de las gentes que siempre están luchando en vano, siempre encerradas en sus casas y en sus trabajos, sin remedio. Y el cielo parece estar muy lejos de todos nosotros. Sólo cuando voy al campo te encuentro, te veo claramente y me olvido de todo el mundo. Sólo entonces, amorcito, vuelvo a sentir que hay algo muy, muy querido y hermoso en mis pensamientos. Algo que comienza entre el ruido de los árboles y las hojas, y el silencio que viene después y que va a acabar en tu corazón. Entonces es cuando te veo y te amo más. |