(...) supo, del modo en que pocas veces en la vida se nos permite comprender sin necesidad de palabras o razones, que tras la mirada triste de sus dos hijos estaba el final de una etapa de sus vidas que nunca volvería.
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(...) supo, del modo en que pocas veces en la vida se nos permite comprender sin necesidad de palabras o razones, que tras la mirada triste de sus dos hijos estaba el final de una etapa de sus vidas que nunca volvería.
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En un universo infinito, había demasiadas cosas que escapaban a la comprensión humana.
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Ahora sabía que los recuerdos que lo acompañarían en sus últimos años de vida serían sólo las fantasías de la biografía que nunca vivió.
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Y nada tiene tanta fuerza como una promesa…
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Es un error creer que los sueños se hacen realidad sin ofrecer nada a cambio.
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Todos tenemos no un deseo, sino cientos. Y qué pocas ocasiones nos brinda la vida de hacerlos realidad.
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A veces, una entre un millón, ocurre que alguien, muy joven, comprende que la vida es un camino sin retorno y decide que ese juego no va con él.
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La edad te hace ver ciertas cosas. Por ejemplo, ahora sé que la vida de un hombre se divide básicamente en tres períodos. En el primero, uno ni siquiera piensa que envejecerá, ni que el tiempo pasa ni que, desde el primer día, cuando nacemos, caminamos hacia un único fin. Pasada la primera juventud, empieza el segundo período, en el que uno se da cuenta de la fragilidad de la propia vida y lo que en un principio es una simple inquietud va creciendo en el interior como un mar de dudas e incertidumbres que te acompañan durante el resto de tus días. Por último, al final de la vida, se abre el tercer período, el de la aceptación de la realidad y, consecuentemente, la resignación y la espera.
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(...) supo, probablemente antes de que ellos mismos lo advirtieran, que entre ambos se estaba forjando un estrecho lazo que habría de unirles como un destino irrebatible durante aquel verano.
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Cuando llovía con fuerza, Max sentía que el tiempo se detenía. Era como una tregua en la cual uno podía dejar de hacer cualquier cosa que le ocupase en aquel momento y sencillamente acercarse a contemplar el espectáculo de aquella infinita cortina de lágrimas del cielo desde una ventana, durante horas.
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¿Quién es autor del libro?