-Un buen periodista es como un elefante: tiene buena nariz, buenas orejas y, sobre todo, nunca olvida.
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-Un buen periodista es como un elefante: tiene buena nariz, buenas orejas y, sobre todo, nunca olvida.
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La mayoría de los chicos resultaron ser todo lo contrario de los libros: eran simples y se les podía leer al instante.
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Doña Lorena decía que el nivel de barbarie de una sociedad se mide por la distancia que intenta poner entre las mujeres y los libros. Nada asusta más a un cafre que una mujer que sabe leer, escribir, pensar y encima enseña las rodillas.
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El dolor más sincero se vive a solas.
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La felicidad, o lo más cercano a ella a que puede aspirar cualquier criatura pensante, la paz de espíritu, es aquello que se evapora por el camino que lleva del creer al saber.
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Mataix ya no lo creía. Y tenía miedo. Sabía que una guerra civil nunca es una, sino un amasijo de pequeñas o grandes luchas enquistadas entre sí.
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Se bebe para recordar y se escribe para olvidar.
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-No hay libros modestos sino ignorancias soberbias.
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¿Quién es autor del libro?