—Uno cree en lo que puede, no en lo que quiere.
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—Uno cree en lo que puede, no en lo que quiere.
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El hombre sabio es aquel que no despierta volcanes, revoluciones o féminas preñadas.
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—No se hizo la miel para la boca del burro.
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En las batallas perdidas, la última defensa es la indiferencia.
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Cuando uno es joven ve el mundo como debería ser y cuando uno es viejo lo ve como es en realidad.
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Dios solo escucha cuando uno suplica lo que no necesita.
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Qué hermosa sería la vida si fuésemos capaces de querer a quien lo merece.
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Las esperanzas las guardan las personas, pero el destino lo reparte el diablo.
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A la hora de mentir lo que hay que tener en cuenta no es la plausibilidad del embuste, sino la codicia, vanidad y estupidez del destinatario. Uno nunca miente a la gente; se mienten a ellos mismos. Un buen mentiroso les da a los bobos lo que quieren oír.
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Un padre nunca ve envejecer a sus hijos, y a sus ojos siempre se aparecen como aquellos niños que un día le miraban con veneración, convencidos de que tenía las repuestas a todos los enigmas del universo.
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¿Quién es autor del libro?