El prisionero del cielo

Allá donde miro siempre me encuentro con que los libros de la tetralogía de Zafón se pueden leer de manera independiente pero personalmente creo que si no te has leído "la sombra del viento" y "el juego del Ángel" te perderás completamente toda la verdadera esencia que nos regala con "el prisionero del cielo", esa conexión casi mágica que Zafón consigue que tengas con sus personajes.
En esta entrega, Zafón con una prosa y una agilidad que te acuna va entrelazando los diferentes hilos sueltos que nos fue dejando en los dos libros anteriores para unirlos en uno solo y regalarnos esta novela.
He disfrutado muchísimo de cada una de sus páginas. El tiempo que he dedicado a la novela a sido verdaderamente un placer llenándome completamte de todo su ser.
La única pega que pongo y que me da muchísima pena es que ya solo me queda un libro para terminar esta hermosa andadura por el Cementerio de los libros olvidados.

"Las gentes con el alma pequeña siempre tratan de empequeñecer a los demás."

Tercera entrega de El cementerio de los libros olvidados de Zafón con Daniel Sempere y Fermín Romero de Torres como protagonistas principales. El Prisionero del Cielo constata que no es una saga que se pueda leer alternamente, sin haber conocido los dos anteriores perdemos detalles fundamentales. Ambientada en la Barcelona de 1957, aunque existen distintos saltos temporales, recuperamos esos retratos de una época gris y unos personajes fascinantes dentro de un puzle que va cogiendo forma.

Deja cabos sueltos y abre nuevas incógnitas (es el tercer libro de una tetralogía), lo mejor de esta obra es que se devora gracias a las referencias literarias como El conde de Montecristo o Charles Dickens, que muestran la nutrida literatura del autor para sostenerse en la creación de sus relatos. Enlaza de forma convincente las dos aristas abiertas en La sombra del viento y El juego del Ángel, dos bifurcaciones narrativas que se encuentran desvelando los secretos que esconden.

El prisionero del cielo no va a defraudar a los que hayan comenzado la saga de El cementerio de los libros olvidados, sus voces narrativas abiertas comienzan a dar sentido, unen personajes, desvelan sus secretos y también abre otros para continuar en la cuarta entrega. Sus referencias a Dumas o Dickens son geniales, una novela que se devora como nos tiene acostumbrados Zafón.

En esta tercera entrega de la tetralogía de “El cementerio de los libros olvidados”, los protagonistas vuelven a ser Daniel Sempere y Fermín Romero de Torres. Han pasado algunos años desde los acontecimientos de “La sombra del viento”, por lo que los personajes han crecido y ya no son exactamente los mismos que eran antes. La trama se complica un poco más y vemos como la vida de los personajes de “La sombra del viento” se entrelaza con la vida de los personajes de “El juego del ángel”.

El relato se centra en pasado de Fermín: sus años en la prisión de Montjuïc, cómo logró escapar de allí y cómo terminó adoptando el nombre por el que todos lo conocemos. Todo ello va ligado a una promesa que Fermín se había propuesto cumplir con determinación. Temporalmente nos encontramos en la Barcelona de los años cincuenta, pero con saltos temporales hacia el pasado ya que, como hemos mencionado, la novela consiste sobre todo en el relato que Fermín hace de su pasado.

Si en el primer libro el antagonista era Fumero y en el segundo, Corelli, en esta entrega nos encontramos con un nuevo villano: Mauricio Valls, director de la cárcel del castillo de Montjuïc. Aunque Daniel Sempere tiene algo de peso en esta entrega, es indudable que el gran protagonista es nuestro querido Fermín acompañado de sus desventuras. Algo que me ha llamado la atención es que este relato, aun siendo más corto que los otros dos, contiene mucha más crudeza en sus páginas. Zafón no se corta un pelo en describirnos el lado más oscuro y sangriento de la postguerra española y la época franquista. Su prosa hace que se pongan los pelos de punta, algo que valoro mucho en una narración pues el autor en cuestión tiene que tener mucho dominio de la pluma para hacerte sentir cosas reales a través de simples palabras escritas en un papel. La ambientación, como siempre, es gótica, pero esta vez, tenemos un nuevo lugar que contribuye a la esencia oscura de la narración: la cárcel de Montjuïc. Este penal es el principal lugar de los hechos de la novela. También cabe destacar el cambio de Daniel, quien deja de ser el chiquillo de 17 años que conocíamos en el primer libro, para convertirse en un adulto de veintipocos años con un hijo (Julián) y una esposa (Beatriz) a los que cuidar. Aunque la historia acaba con un final un tanto abierto, confío en que nuestras dudas sean resueltas en el último tomo de la tetralogía de El cementerio de los libros olvidados.

En conclusión, es una lectura entretenida que, sin alcanzar el mismo nivel de sorpresa e intriga que poseen sus predecesoras, consigue engancharnos debido a lo ágil y ameno de la narración. Por primera vez las tramas de los dos primeros libros se entremezclan y se nos revelan verdades que antes no conocíamos.

Antes de recuperar la cordura y con ella algo de objetividad, me dejo flotar en las claras aguas de un manantial de sensaciones encontradas. Acabo de leer El prisionero del cielo de Carlos Ruiz Zafón.
Como un experimentado ilusionista, Zafón siempre logra dejarme un sabor a poco y una idea de mucho. Inevitablemente, luego de cada novela suya, es como si necesitara más, y a la vez es tanto lo acumulado que es necesario tomarme al menos unos minutos para recuperar la lucidez, y entender, y saber por dónde empezar.
El prisionero del cielo, es la 3º entrega que completa la trilogía de El Cementerio de los libros olvidados. Si bien cada libro: La sombra del viento, El juego del Ángel y El prisionero del cielo, pueden leerse de forma independiente y sin un orden determinado, recomiendo el orden en que los he enumerado y en que se han presentado al público.
Una historia completa la otra, ésta reclama su anterior y la última cierra un círculo perfecto en su redondez que a pesar de rematarse, deja la puerta abierta para justificar ese gusto a poco que sigue rondándome a pesar de haber reposado un instante después del punto final.

“- ¿Estás bien Daniel?
Él la mira largamente y sonríe.
- Te quiero – dice y la besa sabiendo que la historia, su historia, no ha terminado.
Acaba de empezar.”

Con estas palabras el autor se despide de la trilogía y nos deja la esperanza abierta ¿se convertirá en una saga? ¿Al tercero le sobrevendrán más?
Por ahora el círculo se cierra con este 3º libro donde Carlos Ruiz Zafón retoma y cuenta y completa la historia de Fermín, un perseguido político con una personalidad que roba el alma del lector y un secreto que la novela irá desentrañando para que este personaje se convierta en uno de los más inolvidables de la literatura de todos los tiempos.
Fermín aparece en el primero de los libros que inauguran la trilogía: La sombra del viento. Es el amigo incondicional de Daniel Sempere. Esa amistad que conocemos en La sombra del viento se retoma en El prisionero del cielo para comprobar que luego de algunos años no ha hecho más que consolidarse, y página tras página también terminará por justificarse más allá del sentimiento lógico de toda amistad.
Adelantar la temática de una novela me parece de mal gusto y en este caso sería un triple mal gusto porque adelantar el contenido de esta historia sería adelantar contenidos de las otras dos que la preceden. Me limito entonces desde una postura poco ortodoxa a recomendarles que aborden las primeras páginas porque, seguramente, serán arrastrados a completar la trama de las tres con El prisionero del cielo y descubrirán por ustedes mismos el demoledor placer de su lectura.

Ha dicho el Diario El Mundo:

“Las páginas de Ruiz Zafón ensimisman durante dos días a cuantos deciden leerlas. El talento narrativo de este hombre arrasa”

Y justamente dos días fueron los que me llevaron la lectura de El prisionero del cielo y justamente fui arrasada por tercera vez consecutiva por una narrativa que corta el aliento.
La facilidad con que se leen las historias de Zafón deriva de una prosa amena, ágil, plena de humor, un manejo hábil y certero del coloquial; encontramos en sus páginas el claro ejemplo que siempre intento que los talleristas del Taller de escritura lleven a la práctica.
El lenguaje coloquial es el empleo de un lenguaje semejante al oral dentro de un contexto literario informal, familiar y distendido, con vocablos caracterizados por su uso común, frecuente y directo que se alejan de todo tipo de retórica y, en cierta medida, de la norma culta.
El lenguaje coloquial es el que, independientemente del contexto general de una obra, se utiliza para transmitir un mensaje de la forma más directa y menos grandilocuente posible.
Podemos decir que es la variedad más utilizada de la lengua y se caracteriza, en general, por ser espontánea, relajada y expresiva.
Carlos Zafón completa el combo con una cascada de imágenes sugerentes, dentro de un escenario que avasalla: la ciudad de Barcelona que por momentos es un personaje más que aprisiona, detiene, contiene y arrastra hasta las canaletas más profundas, hacia las cuales nos dejamos arrastrar convencidos de que empaparnos de lo bello y de lo misterioso, de lo aterrador y de lo deslumbrante de esa ciudad nos llevará a entender un poco mejor porque Zafón nos arrasa.