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Juan Ruiz Herrero (Traductor)
ISBN : 8408193309
512 páginas
Editorial: Planeta (30/10/2018)

Calificación promedio : 4.25/5 (sobre 10 calificaciones)
Resumen:
¿Cuáles son las reglas esenciales para vivir que todos deberíamos conocer? Regla n.° 1: mantente erguido con los hombros hacia atrás?, como las langostas; regla n.° 8: di la verdad, o por lo menos no mientas; regla n.° 11: no molestes a los niños cuando montan en monopatín; regla n.° 12: cuando te encuentres un gato por la calle, acarícialo. Jordan Peterson, «el pensador más polémico e influyente de nuestro tiempo», según el Spectator, nos propone un apasionante via... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (4) Añadir una crítica
richmarcelo
 09 August 2022
El psicólogo clínico canadiense, Jordan Peterson (1962), autor de obras tales como Mapas de significado: la arquitectura de la creencia o 12 reglas para la vida: un antídoto contra el caos, debido a sus análisis de los totalitarismos, principalmente de los europeos; a su preocupación acerca de la humanidad y de su capacidad para el mal y la destrucción; a su interés por la psicología de las creencias religiosas e ideológicas; a su particular crítica cultural; a su defensa de la libertad de expresión, por sobre la dictadura de lo políticamente correcto; y a su participación en programas de televisión y en redes sociales, se ha convertido en uno de los referentes intelectuales de la actualidad, sobre todo para aquellos que se inclinan por una postura cercana a un neo liberalismo.

12 reglas para la vida, según su autor, nació del interés de una agente literaria por dar forma de libro a las reflexiones que Peterson presentaba en diversas conferencias. Este, basado en algunas respuestas que había publicado en Quora (un sitio web similar al difunto Yahoo! Respuestas), propuso publicar un trabajo con doce principios éticos para la vida diaria; un sistema de creencias que no sea otro libro más de autoayuda. El trabajo se convirtió en eco de Mapas de significado y en un best seller en varios países.

El libro es una suerte de salvavidas en el mar del nihilismo extremo, el sufrimiento humano y la relativización de los pilares occidentales: familia, religión y tradición.

A raíz del auge de la ciencia tras la Ilustración, y la dura crítica y los hallazgos de los filósofos de la sospecha (de acuerdo a Paul Ricoeur: Marx, Nietzsche y Freud), devino una crisis de la moral y de los dogmas cristianos que, sin ser reemplazados por una nueva moralidad, con la suficiente fuerza proporcionada por una tradición de varios siglos, produjo sociedades que tienden a lo material, a lo hedónico y a una ética basada en un castigo infringido por las leyes estatales, más que en uno infringido por una entidad metafísica.

La entera libertad, puesta en manos de los individuos, sumada a la carencia de dogmas o de directrices fuertes, desorienta. El acecho constante del sufrimiento y del terror de la existencia, inherentes al acontecer humano, necesitan de un desarrollo personal que sepa cómo afrontarlos y sobrellevarlos. Es por ello, de acuerdo a Peterson, que se debería pensar en una vuelta de mirada al pasado; las grandes religiones y mitologías que nos han precedido y han gestado bases, que también han procurado orientarse hacia el orden y contar con un espíritu moralizante. Y precisamente ese es el quid de Peterson a lo largo de todo el libro: partir de tradiciones fuertes y sugerir ciertas ideas que orienten al individuo a recorrer un camino que sepa equilibrar el orden y el caos. En síntesis, partir de una individualidad, engarzarse en un correcto sistema de valores y ser responsables ante nosotros mismos y ante los demás. «El sentido (el significado de la vida) tiene que ser inherente a un profundo sistema de valores o, de lo contrario, el horror de la existencia se vuelve rápidamente incontrolable. Y acto seguido entra en escena el nihilismo con su angustia y desesperanza».

1. Enderézate y mantén los hombros atrás

Peterson pone a debate el tema de las jerarquías de dominación, mismas que han acompañado al ser humano desde su primera infancia y son constitutivas de los animales; para ello cita el caso de las langostas y de las aves chochines, que desarrollan su vida en torno a la competencia por encabezar una jerarquía y defender su territorio. En el caso humano, la posición que el individuo ocupa dentro de una jerarquía puede modelar sus percepciones, valores, emociones, pensamientos y acciones. El cerebro (sobre todo la parte prehistórica) toma en cuenta cómo nos tratan los demás, de acuerdo a la jerarquía que ocupemos, y a partir de ello, emite una estimación del valor del individuo y asigna un estatus. Encontrarse en un peldaño inferior, uno sin las condiciones privilegiadas, supone estar en la indefensión y en la supervivencia; en un estado de alerta contante, sin niveles aceptables de serotonina y con estrés. En tal panorama no hay tiempo para tomar las decisiones adecuadas, se buscan distracciones en lo pasajero y en los vicios. Por ello, hay que propiciar y pretender un nivel elevado, uno que permita acceder a un lugar seguro y desde ahí luchar por él; siendo que lo demás llegará por añadidura. Un gesto tan simple como tener una buena postura, enderezarse y mantener los hombros hacia atrás, emite un mensaje positivo al otro. Lo dable es cultivar una actitud que demuestre fortaleza, que se oriente hacia lo provechoso, que acepte todo lo constitutivo de su Ser, que haga conciencia de las dificultades de la vida y sea consciente de la misma, que luche contra el caos y se comprometa en generar condiciones productivas y significativas.

2. Trátate a ti mismo como si fueras alguien que depende de ti

El mundo de las experiencias, de lo fáctico, de acuerdo a Peterson, parte de dos elementos primarios en constante interacción: el orden y el caos. Un tercer elemento es el proceso que media entre ambos, siendo similar a la consciencia. La entera subyugación ante esta dualidad y la falta de entendimiento del tercer elemento genera duda y crisis existencial, y una falta de preocupación por nosotros mismos.

El orden es yang, lo masculino, padre, creador, destructor, el triángulo de arriba de la estrella de David, es Shiva en el hexagrama hindú y Osiris, dios de la tierra. El caos es ying, lo femenino, madre, origen, aventura, la selección sexual, lo inesperado, lo desconocido, el triángulo de abajo de la estrella de David, es Shakti e Isis, diosa del inframundo. En el relato bíblico, Dios, a través de su divina palabra creó un orden a partir del caos, y al crear al ser humano a su imagen y semejanza también dotó a su creación de la misma capacidad. Por otro lado, la serpiente introdujo caos en el Edén y propició un nuevo orden. Adán y Eva, tras violar el acuerdo con Dios, conscientes de sí mismos y de su vulnerabilidad, no mediaron entre el orden y el caos, dejaron de caminar junto a la divinidad y fueron rechazados. Adán, inseguro y resentido, culpó primero a la mujer y luego a Dios por su infausto destino.

Entonces, no cuidamos de nosotros mismos por una suerte de castigo auto infringido, un castigo por haber comido el fruto prohibido. Pero, la entrada del Ser a la moral vino acompañada precisamente de este conocimiento del bien y del mal, de conocer nuestra desnudez y nuestra vulnerabilidad; y, a la vez, de ser conscientes de lo bueno y de lo malo en los otros, y de la posibilidad de ser heridos. Además, tenemos también la capacidad de crear nuevos ordenes de una manera consciente, bajo el libre albedrío y desde el caos. Por ello, el camino se forma en medio del orden y del caos; en el equilibrio de los opuestos.

Primero debemos perdonarnos. El simple hecho de enfrentar y padecer la brutalidad de la existencia es motivo suficiente para sentir aprecio, respeto y compasión por nosotros mismos. Nuestro papel es esencial en el destino del mundo para aliviar los problemas, lo que implica considerar aquello que sea bueno y también darle un buen significado a nuestra existencia. Debemos tratarnos como a alguien de quien somos responsables.

3. Traba amistad con aquellas personas que quieran lo mejor para ti

Para Peterson, cuando alguien tiene una mala opinión de sí mismo y no se responsabiliza de su propia vida, tiende a elegir a personas problemáticas para relacionarse. al igual que, quienes no han aprendido una lección de su pasado y lo repiten constantemente, así mismo se eligen a los mismos tipos de personas, lo que Freud llamó «compulsión de repetición». El individuo piensa que no merece nada mejor en su vida, por eso no busca un progreso ni gente que lo ayude a lograrlo.

Otra razón por la que se suele elegir a personas problemáticas es por un afán de rescatarlas de su caos. Hay los que lo hacen de buen corazón, para ratificar su fuerza de carácter y verse más virtuosos en contraste; y hay los que lo hacen de una manera no sincera y motivados por la vanidad y el narcisismo. Sin embargo, en ambos casos, existe el riesgo de que quien esté solicitando ayuda solo lo haya hecho para aprovecharse de los demás.

El sufrimiento de otros podría acarrearnos problemas, incluso el otro podría arrastrarnos a su penoso estado por venganza o para igualar las cosas. Hay que determinar muy bien por qué una persona está mal y si acaso tiene la voluntad de salir del abismo y cambiar. No se debe mantener amistades nocivas, no hay una obligatoriedad moral de respaldar a alguien que está haciendo del mundo un lugar peor. Debemos quedarnos con aquellos que quieran lo mejor para sí mismos y para los demás, aquellos que nos ayuden a ser productivos, responsables y exitosos.

4. No te compares con otros, compárate con quien eras tú antes

El ser humano tiende a compararse con los demás, sin embargo, lo hace sin tomar en cuenta todos los factores que están presentes. de pronto y somos mucho mejores en otros aspectos que la persona con la que nos estamos comparando, pero damos prioridad solo a uno. Ante tal situación lo importante es saber que somos únicos, que tenemos nuestros propios problemas y aciertos. Debemos ser auténticos con nosotros mismos y comunicarnos bien lo que queremos, lo que nos hace feliz y en lo que tenemos que ajustarnos.

Según Peterson, psicofisiológicamente hablando, solo empleamos la capacidad de alta resolución de nuestra vista para observar cosas específicas, dejando todo lo demás en la periferia del campo de visión. Hay veces en las que varios elementos se interponen en nuestro campo visual, ocultando la respuesta que hemos estado buscando. Incluso, al estar concentrados en algo que no nos conviene, se oculta a nuestra vista la verdadera posibilidad.

Lo ideal es fijar un objetivo elevado, como, por ejemplo, querer que la vida mejore y para ello replantear todo de arriba a abajo. Cuando se pretenden cosas elevadas, se generará la información necesaria de toda esa parte del mundo que estaba velada. al descubrir quiénes somos, qué es lo que queremos y qué estamos dispuestos a hacer, eso nos ocupa y evita que nos comparemos con otros, salvo con lo que éramos antes y debemos superar.

5. No permitas que tus hijos hagan cosas que detestes

Cuando los padres no establecen una guía adecuada de educación y de cuidados, los hijos podrían generar momentos de caos. En palabras de Peterson, de acuerdo a razones psicobiológicas, y tomando en cuenta factores como el hecho de la reproducción y de la sucesión de genes, existe una preferencia y mayor permisividad hacia los hijos varones, ocasionando la generación de hijos malcriados.

Si bien es prevalente la idea rousseauniana de que la sociedad es la que corrompe a los humanos, las estructuras sociales complejas son las encargadas de reducir las tendencias violentas, lo que Peterson lo ejemplifica a través de las investigaciones de Jane Goodall con primates. Por eso a los hijos hay que prestarles atención y educarlos para que puedan interactuar con los demás y así la sociedad se encargue de moldear el resto; los progenitores vendrían a ser los árbitros de la sociedad.

El mal comportamiento de los hijos es solo un mecanismo de medida que aplican estos para determinar los límites de lo que se les podría o no tolerar. Si los padres no son firmes y justos en la disciplina, so pretexto de perder el cariño de sus hijos, lo de fuera terminará por ajustarlos de una manera más dura y severa.

6. Antes de criticar a alguien, asegúrate de tener tu vida en perfecto orden

Un ser humano lleno de odio y vengativo, según Peterson, considera al mundo como algo insuficiente y como un lugar perverso. Este tipo de personas son misántropas y piensan que hay que acabar con el Ser. Son así pues la mayoría han sufrido de alguna injusticia, han padecido horrores y dolor por sus limitaciones, se preguntan la razón por la cual en el mundo hay tanto sufrimiento y crueldad. En lugar de asumir su condición y luchar contra los problemas, tratan de culpar a un tercero, viven en el sinsentido, buscan la aniquilación y la muerte como vías de escape.

El asesinato cometido por Caín, en contra de su hermano Abel, siguiendo con Peterson, fue resultado de un acto de furia descargada en contra del mundo, un reclamo directo ante la injusticia y el destino. A partir de ese primer asesinato en la historia de la humanidad, la generación de más sufrimiento y destrucción son las perfectas formas de venganza y el bloqueo de pensamientos productivos. En casos extremos han nacido antisociales, psicópatas y asesinos en serie; por ejemplo, Carl Panzram.

No obstante, también existen personas que han podido superar pasados horribles y que han logrado hacer el bien en lugar del mal, sin caer en el nihilismo. Se han apropiado de los problemas, no han replicado un círculo vicioso y han roto el ciclo, lo que ha demostrado la prevalencia del bien sobre el mal; lo que sería el caso de Aleksandr Solzhenitsyn.

7. Dedica tus esfuerzos a hacer cosas con significado, no aquello que más te convenga

Peterson establece un nuevo sentido del principio de causalidad, incorporando a este el tema bíblico del sacrificio en búsqueda de un bien mayor. Es decir, renunciar a algo en el presente para conseguir algo mejor en el futuro. Los claros ejemplos serían Abraham e Isaac, María y Jesús: el sacrificio mío y el de mi hijo por un bien mayor prometido por Dios.

El caso más paradigmático es el de Jesús quien, al ser tentado en el desierto, no sucumbió ante los placeres ofrecidos y, pretendiendo un bien superior, afrontó las tentaciones tramadas por los elementos malignos de la naturaleza. Así, no solo Jesús se enfrentó al mal exterior, sino que también lo hizo con aquel que pudo haber anidado en su interior y que pudo haber generado resentimiento o venganza. El problema central de la vida se reduce a saber qué y cómo sacrificar para reducir el sufrimiento y el mal.

Peterson, al realizar un ejercicio de duda metódica, concluye que una de las cosas de las que no se puede dudar es de la realidad del sufrimiento. Por tanto, todos padecemos y podemos generar sufrimiento y hacer el mal. Para determinar cómo actuar correctamente, basta con hacer lo opuesto a lo que consideremos que está mal. A partir de ello se pueden desarrollar conclusiones morales, doctrinas propias y así contribuir contra el mal del mundo. Además, vale establecer una jerarquía moral, en donde en lo más alto, y siendo citado Karl Jung, esté aquello que creamos que sea nuestro valor supremo. Tener como propósito la mejora del Ser se convierte en un antídoto contra el caos. Hacer del mundo un lugar mejor debe estar en lo más alto de cualquier jerarquía de valores.

8. di la verdad, o por lo menos no mientas

Peterson aboga por escoger la verdad como la mejor opción posible pues, faltar a ella, por muy buenas intenciones que tengamos, podría decantar en consecuencia imprevistas. al tergiversar y manipular la realidad, lo que Alfred Adler, citado por el autor, denominó como «mentiras de vida», bien se podría producir el resultado predeterminado que estemos deseando, pero significaría mentirnos a nosotros mismos con una vida que quizás no sea la adecuada.

Es necesario recordar la lucha y el sacrifico por lo conveniente y lo que sí es auténtico. En el cristianismo, Cristo es el Logos, la palara divina que crea orden desde el caos; Cristo se sacrificó a sí mismo por un bien mayor y debería ser nuestro paradigma.
Descender a los infiernos para renacer.
Tener ambiciones elevadas posibilita desarrollar el carácter y las capacidades que nos permitan enfrentar cualquier adversidad. al acercarnos a nuestro objetivo, no debemos mentir ni mentirnos a nosotros mismos; la mentira debilita. La acción de falsear la realidad para evadir el sufrimiento o para tomar el camino fácil no dura, muy pronto se derrumba el engaño y eso en nada favorece. Una mentira no puede sostenerse por mucho tiempo y podría volverse en contra de su creador. La verdad supone incorporar al Ser a la realidad más habitable.

9. Da por hecho que la persona a la que escuchas puede saber algo que tú no sabes

El ejercicio de pensar, señala Peterson, es un ejercicio dialéctico entre dos formas distintas de ver el mundo, en él entran en diálogo diferentes puntos de vista con sus respectivos escenarios. Pensar es salir del solipsismo y entrar en un conflicto dialéctico, es darse cuenta de que hay formas erróneas de ver el mundo y que hay que desecharlas. Es así como el otro se vuelve un colaborador y oponente dialéctico.

Una persona que escucha puede poner a examen lo que dice el otro, hacer que quien habla se escuche a sí mismo, e incluso servirse del diálogo para beneficio de los propios problemas. He ahí por qué es primordial un proceso psicológico terapéutico en donde dos personas procuren contarse la verdad y escucharse. Carl Rogers, citado por Peterson, aconseja hacer un resumen de lo que la otra persona está diciendo; lo que implica prestarle una mayor atención que la habitual. Sin embargo, hay que ser cautelosos ya que, al adentrarnos demasiado en el otro este podría absorbernos, hacernos pensar y ver las cosas como él.
La conversación ideal es la que persigue un fin común, la que respeta al interlocutor, la que propicia trabajar en equipo, la que resuelve, la que enseña y en la que ambos participantes se examinan recíprocamente.
Este tipo de conversación constituye la forma más elevada de pensamiento y la mejor preparación para una verdadera vida.

10. A la hora de hablar, exprésate con precisión

Los seres humanos, a decir de Peterson, tendemos a simplificar el mundo, vemos todo en conjunto, pero, cada elemento que nos rodea, está constituido de otras partes pequeñas; y estas, a su vez, por otras. El conjunto es visto de acuerdo a nuestros objetivos, cuando algo deja de funcionar somos conscientes de toda la complejidad y las partes inherentes: el mundo más complejo, que siempre había estado ahí, invisible e ignorado, hace acto de aparición.

Al perder la estabilidad y salir de la zona de confort, la persona hace conciencia de todo aquello de lo que pudiera protegerse si contara con un propósito delimitado, si estableciera con precisión sus objetivos y si prestara atención de forma minuciosa. A veces los problemas se salen de las manos cuando no se los ha arreglado y apalabrado desde pequeños.

Se recobra y se reconstruye el mundo mediante cierta precisión en lo pensado, cierta precisión en lo dicho y cierta confianza en la palabra. Cuando las cosas se derrumban y el caos vuelve a aparecer, podemos recuperar el orden mediante la palabra.

Si hablamos de forma ordenada y precisa es posible resolver las cosas y dejarlas en el lugar que les corresponde. Las palabras valientes y verdaderas generan una realidad simple y definida. Tanto el alma como el mundo, a través del lenguaje y de la comunicación, se organizan en los niveles superiores de la existencia humana.

Cuando el Ser no se comporta adecuadamente es porque no se han establecido sus categorías oportunas. Cuando algo no sale bien hay que cuestionar la percepción, evaluar, pensar y actuar. Admitir el problema tan pronto como sea posible y diseccionar el caos; ser precisos en encontrar el meollo del asunto.

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Rasnep
 18 October 2020
Imperdible e indispensable. Es uno de esos libros que se integran en el kit de supervivencia emocional. Más de una vez te dirás: "tengo que hacer esto". Estas llamadas a la acción hacen que el libro se envuelva en un misticismo pragmatico. Escrito desde un punto de vista psicológico (tomando casos clínicos, detalles científico, etc), Jordan Peterson entrega este listado. Sin embargo, a cada instante percibiras un toque humanidad.

Encontrarás varias referencias bíblicas, hecho que no está mal por si solo si entiendes que el autor ha dedicado gran parte de su investigación a los arquetipos literarios.

Jordan Peterson ha estudiado, reflexionado pero sobretodo ha vivido. Lo anterior le permite dar un listado de reglas para vivir dignamente. Y dichas reglas se basan en ejemplos que te absorberán y sorprenderán al mismo tiempo.

De la mano con el autor, aprendes sobre las langostas, los chicos en patineta, amistades tóxicas, errores propios, amarte como si fueras alguien que importa, el David de Miguel Angel,etc. Personalmente, el libro me dejó una poderosa enseñanza: no hagas lo más conveniente, sino lo correcto.

Estás preparado para traer orden del caos? Entonces comienza con este libro.
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Juanm
 24 August 2019
Reflexiones muy amenas sobre diferentes temas vitales que nos atañen a tods,ya que se refieren en su mayoría a comportamientos del ser humano y su corrupción. La mentira,el sacrificio,la responsabilidad,el trabajo,el bien y el mal...
Son digresiones que comienzan con un ejemplo o anécdota llamativas que se van desarrollando como círculos concéntricos, subiendo poco a poco de dificultad ampliando y desarrollando el tema a tratar.
El autor quiere forzarnos a pensar en nosotros mismos y enseñarnos a desarrollar el raciocinio,no dando nada por sentado para poder discernir que es lo que se ciñe al sentido común. Pretende que el libros sea un primer paso en nuestro camino a liberarnos del pensamiento cómodo y único. Agudo polemista, en busca de la certidumbre y el buen pensar.
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joselu
 04 February 2019
Las ideas de Peterson se pueden resumir en: deja de fumar porros, de quejarte por todo y ponte a estudiar duro y trabajar, porque en la vida no se regala nada. de lo contrario te convertirás en un amargado y resentido izquierdista.
Te puedes saltar todo el libro e ir directamente a la regla 11, que es muy interesante por lo polémico que plantea frente al pensamiento correcto y particularmente sus ideas sobre el patriarcado.
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