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Crítica de mifuga


mifuga
10 January 2021
Una tarde cualquiera, mientras se encamina a un partido de fútbol con unos amigos, recibe una llamada que le hiela la sangre. Aquel que fue su mejor amigo, su cómplice, su amante, se ha precipitado por el balcón de la casa familiar, planeando de manera irreversible, hasta encontrarse con el asfalto. Y la vida se convierte en un luto cristalizado, por la relación que se rompió, por la vida quebrada y los cristales que siguen, y continuarán, bajo sus pies. Siempre queda el refugio del arte, el cine, la literatura... Todo aquello que un día fue de los dos. Pero el abismo es infinito y devora la esperanza, le devuelve mil preguntas sin respuesta, le enreda la imperiosa necesidad de comprender. Y vuelve la vista a los monstruos que los acompañaron, a los libros que le ayudarán en el naufragio, mientras intenta reconocer a ese que se salvó. Y que vive para contarlo.

El germen de Los Monstruos de Villa Diodati. Los espejos de Frankenstein (El Reino de Cordelia, 2018), es una pérdida. Ese desgarro. El que le produce el último vuelo de Alberto Jariod y que le acompañará todo el camino. Se trata de un ensayo exhaustivo, para conocedores de las vidas y obras de aquellos que compartieron velada la célebre noche del verano sin verano de 1816: Mary y Percy Shelley, Lord Byron y el doctor Polidori. Sus relaciones, los ecos de sus pasiones y obsesiones, de sus más profundos miedos, se relacionan y analizan en una obra que acerca estos monstruos a la actualidad, a través de libros, películas y series.

Recoge anécdotas más o menos conocidas, que el autor intercala con sus propias experiencias, como el naufragio que termina con la vida de Percy, quien ha de ser incinerado en la playa. En esta ceremonia, que ni Lord Byron es capaz de soportar, se salva, extrañamente, el corazón del escritor, que Mary conservará hasta su muerte y que la acompañara a la tumba. No podemos olvidar a los dragones, en forma de padres/suegros de la pareja, que no ayudan a dos criaturas de naturaleza particular, que se enamoran en el parque en el que está enterrada la madre de la creadora de Frankenstein, Mary Wollstonecraft, autora de la Vindicación de los derechos de la mujer (1792) , quien falleció tras el parto de Mary. La maternidad, siempre unida a la muerte, no solo por los hijos perdidos y los aborto, destila un pánico creciente, debido a su creencia de que "una niña no querida y maltratada psicológicamente, como lo había sido ella, pudiera convertirse en una madre insensible y maltratadora, y hasta en un monstruo asesino".

Finalmente, su hijo, Percy Florence, poco tenía que ver con sus viajeros e intelectuales padres, lo que no supuso una fuente de problemas para Mary, pero tampoco parece que de abundantes satisfacciones, aunque ella se volcara en su educación y rechazará. cualquier otra propuesta matrimonial. En esa caída, que fue la suya, atormentada por la depresión, rodeada de suicidios, oscuras muertes, relaciones desequilibradas y soledad, la muerte llega como el ansiado descanso después de un largo viaje en el que no podemos dejar de preguntarnos quiénes somos en realidad los monstruos.
Enlace: https://www.instagram.com/mi..
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