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Un libro genial. Así como las novelas de Philip Roth incluyen episodios autobiográficos transformados en ficción, esta supuesta autobiografía que llama Los Hechos es una ficción que incluye algunos elementos posiblemente verídicos. En cualquier caso, aún los episodios narrados con pretensión de verdad resultan ficcionales, premeditadamente ficcionales. Roth tiene mucha autoconciencia de los recursos extraordinarios de la narrativa contemporánea y los emplea con lucidez. Este libro no trata sobre los hechos, sobre la vida de un novelista relatada por él mismo, sino que trata sobre interpretaciones de hechos que mezclan vivencias con imaginación. La estructura del libro es ultramoderna, experimental, por su combinación del estilo clásico de la autobiografía en primera persona de un narrador –que sería el autor– de emociones, recuerdos y pensamientos con un recurso epistolar que abre y cierra el libro. El libro abre con una carta de Roth dirigida a uno de sus personajes de ficción, Nathan Zuckerman, en la que le pide su opinión sobre la autobiografía que aparece a continuación. El libro cierra con otra carta de Zuckerman –el mismo personaje de la Contravida y otros– que responde al pedido epistolar inicial. En esa respuesta aparecen muchas críticas que funcionan como una especie de mala conciencia del propio Roth en un monólogo interior faulkneriano obsesionado por la identidad judía. Opino que se trata de un libro brillante en su forma y en su contenido. Creo que todo lo que Roth escribe es Literatura de gran calidad. Entre sus voces se perciben ecos de una inmensa e insoportable tradición contra la que lucha. Roth es consciente de la angustia de las influencias. Los Hechos son una pelea más, de las grandes, en el cuadrilátero fatal de la tradición literaria. ¿Quién ganó? Creo que Roth.
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