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Cuando comencé a leer el libro me atrapó enseguida. La narrativa es espectacular y bastante concisa, no se va por las ramas en pequeños detalles sino que “va al grano”, y eso es algo que a mi me encanta. Esto evita los tan odiados capítulos “rellenos”, que no aportan nada al avance o ambientación de la historia. Tris es un personaje muy particular. Siento que es una chica con una forma de pensar muy diferente y que sus decisiones y sentimientos cambian radicalmente a lo largo del primer libro; pero siempre mantiene su esencia de Divergente. Ella aprende a adaptarse con mucha facilidad en un ámbito que es totalmente opuesto al cual en ella se crió. Abnegación y Osadía no pueden ser más antagónicos; pero, nuestra heroína logra demostrarnos que se puede pertenecer a ambos y eso me encantó. Por otro lado tenemos a su interés romántico, Cuatro. Este personaje logró enamorarme por primera vez cuando tenía 15 años así como muchas tantas veces luego al reelerlo. Es un chico con muchos traumas y problemas pero no deja que eso le nuble la visión que tiene del mundo. Por fuera parece tener siempre la situación bajo control, es lógico, casi como un robot o soldado perfecto; pero cuando Tris comienza a forjar una relación podemos ver como esta fachada se va cayendo para revelarnos al verdadero Cuatro. La relación Tris y Cuatro se vuelve más y más estrecha a medida que avanza la historia; y una de las cosas que más me gustan de Cuatro es como él logra abrirse y confiar en Tris; para al final acabar enamorándose de ella. Todo esto nos da un indicio del increíble trabajo que hizo Veronica Roth al escribir Divergente, la descripción de los personajes, la ambientación, la evolución de la trama y el punto de clímax son narrados y organizados de una forma paulatina que hace que de a poco te inmersas en este nuevo mundo muy distópico y con mucho para enseñarnos. |
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