Madres. Un ensayo sobre la crueldad y el amor

Cuando una mujer es madre, pierde la libertad.

Se hace pinza con las mujeres, en cualquier punto del espectro en el que se encuentren - sin niños, con niños ilegítimos o con demasiado niños-, con una tenazas de acero cuya versión más reciente es la acusación de que el cambio climático es por culpa de las madres que se reproducen en exceso.

El teatro en Atenas ofrece muestras de este espíritu independiente que aflora sobre todo cuando se trata de las madres, las cuales aparecen representadas como ciudadanas, integradas como parte del coro y súbditas en pleno derecho en el teatro del mundo.

Las madres no tienen el monopolio del amor en el mundo; tampoco cabe esperar eso de ellas. Porque cualquiera que se arrogue semejante monopolio lo que tiene es estrechez de miras. Y cualquiera que pretenda estar a la altura de esa exigencia sufrirá horrores.

El tema de las madres está plagado de idealizaciones, y todas han sido blanco principal de la crítica feminista.

Naturalmente, esperar que una madre sea perfecta explica esa ansia de perfección que mueve a las madres tiradas de 《narcisistas》 o 《entregadas en cuerpo y alma》, esas que creen que la totalidad de la creación está cifrada en su bebé, y que debe ser, por tanto, intachable.