Rosa Montero se hace eco de una frase de Santa Teresa de Jesús para dar título al libro y dedicarse a narrar vivencias pasadas vividas o imaginarias que giran en torno al oficio de narrador/escritor de historias que ayuden a sobrellevar la dureza de la cotidiana realidad. Con este trasfondo y ayudándose de frases y coletillas de compañeros escritores, teje un entramado donde rinde homenaje a la imaginación y a esa pizca de locura necesaria para traspasar los límites de lo vulgar y mundano.
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