La loca de la casa

En esta reflexión sobre la literatura, Rosa Montero “no podía hablar de la literatura sin hablar de la vida; de la imaginación sin hablar de los sueños cotidianos; de la invención narrativa sin tener en cuenta que la primera mentira es lo real.” Utiliza retazos de su vida (que nunca sabes si son reales o imaginarios) para tejer un ensayo autobiográfico novelado —con hermanas gemelas en una vida paralela o tres versiones diferentes del rollo de una noche con un actor famoso, que dudas si son fruto de la imaginación o la desmemoria— para demostrar que la vida imaginaria es tan real como la vida misma.

La loca de la casa cuenta los anhelos y la necesidad de los escritores de vencer a la muerte y conseguir amor mediante su literatura.

No he tenido ninguna prisa en acabarlo, de hecho, lo he hecho durar: a capítulo por semana, para alargar este juego lector que nos propone. Porque, aparte de interesarnos con todas las citas y referencias a otros autores, sus obras y sus vidas, Rosa Montero hace un guiño a nuestra imaginación y nuestra curiosidad para que saquemos a jugar a ese niño interior que no tendríamos que dejar que se apagara nunca, tampoco al leer ni al escribir, ya que “para escribir, en fin, conviene seguir siendo niño en alguna parte de ti mismo. Conviene no crecer demasiado.”