Lugar seguro se desarrolla en 24 horas, a lo largo de un día en la vida de Segismundo García. Y lo hace a través de un monólogo torrencial que el protagonista de la novela dirige a su padre al anochecer, en un recuento de todo lo que ha sucedido durante su peculiar jornada laboral. En una estructura que recuerda al relato El nadador, de John Cheever, que narra un día en la vida de un hombre que atraviesa el vecindario sumergiéndose en todas las piscinas mientras va camino de su casa, Segismundo va de búnker en búnker, visitando sótanos, trasteros, cocheras y otros lugares elegidos por sus futuros clientes para construir sus lugares segu- ros, lo que le sirve para hacer una radiografía de las motivaciones y perfiles de cada uno de ellos. Lugar seguro es una novela sobre la reciente obsesión por el fin del mundo y la mercantilización del miedo y la inseguridad. In- mersos como estamos en una pandemia, y tras episodios recien- tes como la ola de incendios causados por el cambio climático o la irrupción de un pavor primitivo que creíamos superado, como es la erupción del volcán de la Palma, la idea de que una des- gracia inminente puede poner fin a la sociedad está más presente que nunca. Este es el contexto temporal y social que explota Lugar seguro y también el propio Segismundo, que vende sus refugios animado por la misma cháchara con que hoy en día se publicitan alarmas antirrobo en televisión, asustando a sus clientes potenciales con un futuro repleto de amenazas globales (terrorismo, virus, desastres naturales, desórdenes sociales y el cambio climático) para las cuales solo hay una salida: sálvese quien pueda, constrúyase un refugio para estar a salvo, aunque el resto del mundo se venga abajo. |