No sé muy bien cómo empezar (o cómo terminar) es que la historia comienza por el final. Tengo debilidad por las historias circulares y esta lo es. Es que todo comienzo contiene un final, y viceversa. Además, aprendí algo de mí: ya sabía que disfruto de las metáforas y no me gustan las descripciones detalladas; lo que no sabía era que me gustan las enumeraciones. Otra vez, lo que me atrapó fue el cómo: En la historia, Angela y Antonio deconstruyen su relación. Está lo que yo dije, lo que vos dijiste… y lo que queríamos decir. La realidad, las expectativas, las interpretaciones, las explicaciones y las no explicaciones. Los dos se justifican, atacan, defienden y, de vez en cuando, coinciden. Habla del amor, de la trasformación del amor, de la ¿evolución? de las relaciones y las personas. Tanta verborragia puede ser densa, pero la vida puede ponerse densa y el desovillado de la historia es tan redondito... y circular (ya dije que me encanta lo circular) que está bien, está más que bien. |