Dónde estás, mundo bello

Sally Rooney no es santo de mi devoción. Sin embargo, paseando por la biblioteca, ‘Dónde estás, mundo bello' me puso ojitos y me decidí a darle una nueva oportunidad a esta irlandesa que tantas pasiones desata.

Lo bueno era que, tras mi enorme desencanto con ‘Gente Normal', sentía que mi relación con este nuevo libro solo podía ser mejor. Y así fue. Para empezar porque esta obra sí captó mi atención, la trama me interesó, sus personajes me perturbaban y molestaban, es decir, me generó sentimientos e inquietud. ¡Genial! No obstante, pasada la mitad del libro, este se va desinflando hasta acabar con un final que tiene algo de pegote. Carece de coherencia con la trama planteada hasta el momento, como si la autora no supiera como concluir la historia.

‘Dónde estás, mundo bello' nos presenta a dos mujeres, Alice y Eileen, a punto de cumplir los 30 años. Su relación de amistad es profunda, con un fuerte lazo formado por lo que las unió en el pasado, aunque ahora no puedan ser más diferentes entre sí. Disfruté de esta amistad nada idealizada y que pone de manifiesto los conflictos reales que surgen cuando son pocas las cosas que en la actualidad tienes en común con tus amistades, donde lo que te une es, sobre todo, el amor y el cariño.

Esta es una novela de personajes, no hay trama más allá de ellos, qué piensan y qué sienten. Son utilizados por la autora para hablar de crisis, tanto generacional, centrada en el fin de una década (la veintena), como del mundo actual (cambio climático, desordenes políticos y sociales…). A decir verdad, las protagonistas son algo esperpénticas y sumamente intensas (a ratos insoportables), pero bien construidas y verosímiles en tanto a que me he podido identificar con bastantes de las reflexiones que lanzan, problemas que enfrentan y situaciones cotidianas (de repente a tu alrededor todo el mundo habla de política y todos sufrimos para pagar el alquiler). Los personajes secundarios, ambos masculinos, tenían mucho potencial, pero finalmente quedan convertidos en meros arquetipos.

Un libro lleno de los párrafos infinitos, con batiburrillo de ideas, que se intercalan fragmentos de absoluta lucidez y claridad, pasando constantemente de lo trascendental a lo insignificante como si tal cosa. Me quedo sin duda con el retrato de una juventud que se ahoga, que se siente insatisfecha, es egocentrista, donde el tedio y la ansiedad son el pan nuestro de cada día.

Sin ser del todo para mi, me reconcilio con Sally Rooney y saco cosas buenas de esta lectura que me ha dado mucho que pensar, pero tengo la impresión, de que no va a gustar a tanta gente como sus otras novelas.