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Me compré este libro siendo consciente de donde me metía. Quería formar parte del fenómeno Sally Rooney, compartir el hype y ver si, efectivamente, la autora estaba a la altura de las expectativas. Había visto por aquí algunos fragmentos que me llamaron la atención y decidí embarcarme en este viaje. Mi conclusión después de la lectura es que Rooney es una buena escritora, pero que este libro tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Los personajes no han llegado a caerme bien del todo, y en ocasiones tienen una forma de comunicarse y de entender el mundo un poco extraña, quizás hasta un poco tóxica. Las conversaciones que tienen las protagonistas entre ellas a veces tienen momentos de lucidez, y otras veces me han parecido conversaciones impostadas. Conversaciones sobre lo que se supone que deben hablar dos personas con intereses intelectuales, en torno a conceptos muy generales como la belleza o el amor, pero, a mi parecer, muy alejadas del mundo real, muy lejanas de ninguna experiencia propia, muy poco interesantes. Diría que por momentos, hasta un poco pedantes. Y sin embargo, cada vez que he pensado "bueno, está bien, pero no es para tanto", a la vuelta de la página había algo que me hacía volver a conectar, algo que conseguía removerme. Porque el libro también tiene sus puntos álgidos, que son precisamente esos en los que los personajes hablan de cosas concretas que les pasan en sus vidas, cosas que anclan en la experiencia personal y de las que se intuye que la autora tiene un conocimiento real, ya sea por vivencia propia o cercana. Cosas que nos preocupan a la generación millenial, sí. Visiones del mundo muy oscuras y poco halagüeñas, descripciones de una tristeza y una decepción profunda ante el fracaso de las expectativas. Relaciones un poco erráticas, un poco raras. Sentimientos de inseguridad, de miedo, de frustración. Pero, sobre todo, lo más importante, la clave en la que se asienta todo el libro, y lo que ha hecho que termine más en la balanza del sí que del no, es que Rooney nos recuerda, a cada rato, que lo importante son los vínculos. Que a pesar de todo lo que nos pase, y de lo que nos espere a la vuelta de la esquina, el mundo bello está ahí porque hay personas que nos quieren y a las que queremos. Y que la belleza es eso, las relaciones que construimos, que alimentamos y que cuidamos, como podemos. A pesar de que los personajes a veces no sepan cómo, y sean torpes, a ratos bastante idiotas, y hagan cosas raras y erráticas todo el rato. Aunque ojo, debo decir que ha habido varios momentos en los que las conversaciones sobre la desesperanza de la vida en el presente, se tornaban en una nostalgia un poco peligrosa de un pasado que nunca fue, y me preguntó qué pasa para que tanta gente esté cayendo en esa trampa. En este libro, esa nostalgia no termina de concretarse nunca, y al final acaba pasando de largo, pero mi cabeza ha gritado PELIGRO unas cuantas veces. En definitiva: disfrutable, con momentos álgidos y con reflexiones que llegan, pero con un ritmo un poco irregular. No tenía unas expectativas muy altas porque venía con ganas, pero cautelosa. Y de momento me sigue apeteciendo leer sus otras novelas, así que el experimento tampoco ha salido del todo mal |
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