La librería de Monsieur Picquier

4,5/5 ⭐️

«La librería del monsieur Picquier» es una historia que enternece, que a cualquier lector le recordaría a sus abuelos y con la que le removería la pasión por la que sigue leyendo.

Grégoire Gélin es un chico de tan solo 18 años que ha suspendido el bachillerato. Sus profesores y orientadores no daban un duro por él y, sin embargo, Jöel Picquier le ha sabido despertar el amor hacia la literatura empezando por El guardián entre el centeno de J. D. Salinger. El señor Picquier no es un librero cualquiera, es el Viejo Librero. Un anciano que tuvo que vender su más preciado tesoro, sus libros, para poder pagarse una residencia en la que convivir con el Párkinson. Sin embargo, Grégoire que cocina, que lava, que plancha, que se convierte en lo que quiera la directora de la residencia... Empieza a leerle. Una hora cada día, de cuatro a cinco de la tarde, mientras otros residentes duermen o pasan su vida en otros quehaceres. Ellos se envuelven en las historias de Maupassant, Nadja, Stephenie Blake, Pagnol, Daudet,... E incluso ha quedado espacio para los versos Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda.

Me he leído el libro en tres días. Podría acabarse mucho antes, porque la historia, aunque preciosa, es simple. No se hace un gran uso de tecnicismos, de hecho aprenderás mucho del oficio de lector. Porque leer no es solo transmitir unas palabras a viva voz, es más que eso, es:

“ - Grégoire, no es que lo diga yo, lo dicen los lingüistas. El habla es tiempo. El esfuerzo que tú haces lo hacen también tus oyentes. Procura no leer demasiado tiempo seguido. [...] Uno: descifras. Dos: oralizas. Tres: lo digeridos. Y todo eso casi al mismo tiempo. ¿Te das cuenta del esfuerzo? A eso se le llama retracción.”
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