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El señor Picquier vive en una habitación pequeña de una residencia, rodeado por 3000 libros que sobrevivieron al cierre de su librería. Por una casualidad, Grégoire le sube su comida un día y a partir de ese momento nacerá un lector. El señor Picquier le enseñará a Grégoire a captar la atención de su público, que en un primer momento es reducido (una persona, el señor Picquier), luego se amplía a tres personas y a partir de ahí la cosa sigue escalando, convirtiendo al joven en un "lector profesional". El vínculo que se crea entre Grégoire y el señor Picquier es muy entrañable, es un libro que habla de amistad, de amor, de compasión, de generosidad... Trata muy por encima la soledad de las residencias de ancianos, pero es palpable durante todo el libro y también trata de valentía, la valentía de hacer lo que uno quiere por mucho que los demás se empeñen en burlarse de ello. El tono de la narración se mueve entre la novela y la poesía, no sé describirlo, sólo sé sentirlo. Me ha gustado, se me ha hecho ameno. No es trepidante ni mucho menos, pero es un libro entretenido para pasar unas horas con estos dos personajes tan entrañables. |
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