El Reino del Final de los Sueños

¿Cuánto hace que dejamos de soñar? ¿Cuánto hace que no nos ilusionamos con algo? La rutina es algo necesario en nosotros, las cosas se hacen a unas horas y se terminan a otras, se tiene cita con le médico a una hora determinada o se queda con un amigo un día de la semana. Sin embargo, malo es que la rutina nos alcance las honduras de nuestro ser y que la supervivencia a ella mate nuestras ilusiones. Pero, seamos realistas, es difícil dejarse ilusionar e ilusionarse con algo en la sociedad en la que vivimos, donde debemos trabajar para vivir, y terminamos viviendo para trabajar. Muchos nos sentimos así, como en una prisión vacía que no lleva a ninguna parte, pero de vez en cuando nos dan flashazos donde recordamos otro tiempo, mejor, en el que creíamos que íbamos a poder contener el mundo en nuestras manos, por lo menos. Pero, cuidado, si no conseguimos retener esos sueños y no los intentamos cumplir, el recuerdo se torna doloroso.

Es en esta circunstancia en la que se encuentra el primer personaje de la novela que nos trae hoy aquí, El reino del final de los sueños de José Rodríguez-Trillo.

La esperanza en un cuento


Como decíamos más arriba el día a día puede matar nuestra ilusiones y puede que olvidemos aquellos deseos que teníamos en otro tiempo. En el caso de nuestro primer personaje, su sueño era ser escritor, pero termina siendo vendedor de electrodomésticos. Sin ser esto realmente negativo, no podemos decir que su vida sea infeliz, sino más bien vacía, gris y árida.
Este sentimiento de vacío, de abismo vital, que muestra este no-escritor se nos trasmite a través de una prosa un poco atropellada e introspectiva, que en ocasiones nos puede resultar un poco caótica y pesada precisamente por la aridez del sentimiento. Lo cierto es que, bajo mi experiencia como lectora, la ambientación es lo que más dificultades entraña a los escritores. Sin embargo, una vez que calientan motores la magia llega a la novela y al estilo.

Un día como otro cualquiera, aparece en la tienda una anciana. Su interés es llevarse un televisión… bueno más bien invitar a nuestro no-escritor a un batido de chocolate. Por unas cosas o por otras, la anciana lo consigue. Aquí comienza la esperanza de un día diferente para nuestro vendedor y para nosotros, nuestro cuento: la historia de Bielbrus.
Una aventura en las aventuras

“Algo sentido merece ser dicho y algo dicho merece ser demostrado”

El reino de Bielbrus es un reino un poco diferente, particular diríamos. Pertenece a la unión de cuatro reinos y en él sus habitantes hacen lo que tienen que hacer. Ni más, ni menos. Lo que tienen que hacer. Y es que en este reino donde todo es apacible y feliz no hay sentimientos. Cuando el rey Sintes ganó la gran guerra, dio la paz a los reinos, el problema es que dicha paz se alcanzó gracias la eliminación de los sentimientos y los recuerdos de las personas. Aquellos que superen los niveles de emoción permitidos serán encerrados en prisión por los Vigilantes, a las órdenes del capitán Darkian.
Así, en este nuevo mundo, conocemos a Eirk Chestibor, un muchacho que hace lo que tiene que hacer. Su trabajo es asistir como aprendiz al maestro artesano de Medias Naranjas, el señor Goldman. *Las medias naranjas son seres que se crean para evitar el sentimiento de soledad*. Erik como cada día cumple con su trabajo, sin embargo, al apagar las luces del escaparate ese día, el día de nuestra historia, cruza su mirada con los ojos más bellos de los cuatro reinos, los ojos de un sueño. Ella huye, él cae enamorado y comienza a sentir con intensidad, y como siempre tiene que haber un malo (porque si no, no sería un cuento), Darkian, el jefe de los vigilantes, acude a la tienda de Media Naranjas a poner orden y verter su odio por que se permita sentir si quiera un mínimo. Aquí comienza la aventura de Erik por un sueño, aquí comienza nuestra aventura.

Con influencias de los clásicos más conocidos, como Peter Pan, incorpora a ellos nuevas dimensiones que nos pueden recordar a textos tan modernos como La mecánica del corazón, de Mathias Malzieu, American Gods, de Neil Gaiman, o cualquiera de los libros de fantasía clásica de este último como Stardust o El libro en el cementerio. Así, en estas aventuras podremos visitar Nunca Jamás, podremos volar por el cielo, comprenderemos como nacen los sentimientos y encontraremos personajes que representarán el epítome de algún aspecto de la realidad.

Así, el grupo de Erik, su maestro el señor Goldman, William Wylmond, un escritor, y, finalmente, Hank Tavalan, un vaquero, visitará todos los reinos de los Cuatro reinos para ofrecer a Erik aunque sea un instante de amor. A lo largo de su recorrido encontraremos lugares terribles y otro increíbles, pero ciertos, y personajes tan divertidos como crueles.

A través de sus aventuras nuestro autor irá desarrollando los temas que son la cuestión vital de la novela. No solo que no debemos abandonar nuestros sueños (menos mal que Erik no cesa en su empeño), sino que también nos mostrará el intento de recuperar un pasado que no volverá, el lamento por los errores cometidos o el cansancio en la lucha constante por encontrar algo mejor. Pero no todo es negativo, frente a estas historias y estos sentimientos encontraremos el amor que supera las barreras del tiempo y el olvido, encontraremos la esperanza y la bondad de la mano de los personajes más imaginativos que podremos imaginar, y sobre todo encontraremos el impulso para intentar plasmar en nuestro día a día un poco más de ilusión.

El problema es que Erik Chestibor no es un enamorado cualquiera, se ha enamorado de lo que es más difícil de conseguir. Se enamorado de un sueño, se ha enamorado de Alba.

Una luz especial: Alba

Dentro de esta historia, estupenda por lo que os digo, porque nos introduce en un mundo donde nos hace soñar y que nos impulsa reconocer que debemos seguir luchando por lo que soñamos, quería destacar a un personaje en concreto.

Como os decía más arriba los personajes son divertidos y crueles, representan alguna característica de manera exagerada, bien sea la lógica y el predominio de la razón, como Lady Extravagante, uno de mis personajes favoritos, bien sea la verdad que está más allá, como la reina Aisling. Sin embargo, hay dos personajes a los que admiro especialmente y por cosas opuestas.

Así, encontramos al personaje de la reina Mara/Liz. En la novela son dos personajes distintos, con dos historia diferentes, pero que representan una forma de crueldad que desgraciadamente en nuestro reino podemos ver continuamente a través de una enfermedad. Ambas eran mujeres enamoradas a las que el rey Sintes condenó: a la primera, le borró los recuerdos de su amado y le implantó sentimientos de amor hacia el propio rey, así se casó con ella; y a la segunda, le borró todos los recuerdos, excepto el último, donde su amado para intentar salvarla negó su amor. Estos dos personajes muestran la desolación, por la pérdida de la memoria y por representar lo estable pero vacío.
Sin embargo, como os he ido contando, no todo es tristeza en este cuento y quería presentaros antes de acabar al personaje que es luz de todo, luz en la narración y luz en la creación de un estilo propio de nuestro autor: Alba.



Alba es el sueño de Erik. Literalmente, es un sueño que ha confeccionado Angelo, el increíble señor N, y que se fugó de la fábrica de sueños. Es ilegal, porque el artesano no lo confeccionó bajo los estándares de “La Autoridad”, y para mayor complicación ha caído enamorado de un joven muchacho, Erik. Siendo un sueño sin dueño y desorientado por el sentimiento que lo inunda hará lo que hacen todos los sueños, acudirá a la capital del reino para ser destruido al alba. Alba, pues así será llamada al no tener nombre, nos relatará las vivencias de su viaje, donde una mente completamente limpia de conocimientos nos intentará explicar cómo se siente y cómo es lo que le rodea. Esta parte de la narración suponía un reto para nuestro autor, que con el recurso original de aprender solo una palabra consigue que la narración se adapte a la no manera de entender lo que rodea y la inmensidad de lo que siente Alba. Y es que es lo que tiene el amor, la ilusión y la esperanza, que solo tienen una palabra.



Una novela de esperanza y sonrisa



La novela no solo está bien por su historia, divertida, dinámica y reflexiva, sino, además, porque es un canto al optimismo. Avanzando gracias a los contrastes de lo feliz y lo triste, es una novela que es capaz de sacarnos una sonrisa, de volver a levantarnos de la silla porque nuestro protagonistas están en problemas o enrabietarnos porque las cosas les salen bien a los malvados, pero nunca perdemos la esperanza. Con ella podemos volver a jugar a ser niños y en ese juego, esa magia y ese chocolate caliente, podemos volver a encontrar la ilusión de ilusionarnos.


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