Partícipes de lo impune

La placidez de lo fragmentario

Víctor, un periodista argentino retirado, vive una vida que se mueve entre el vagabundeo y la actividad con su familia. Un día encuentra encubierto en un libro de Las desventuras del joven Werther otro libro llamado Las penas del Álvaro. Así, a medida que va leyendo la obra su vida se va desmoronando. Álvaro, el protagonista de ese documento, es un muchacho que justifica su falta de compromiso en el amor por la idea de que siempre habrá uno mayor, hasta que un día una muchacha de rizos dorados se cruza en su vida. A partir de ese momento, abandona todo para encontrarla y reunirse con ella. Además, de manera intercalada encontraremos unas composiciones llamadas «Cimas», una prosa poética que teoriza sobre la idea del amor.

Así, la narración de la novela se divide en tres hilos, dos narrativos y uno reflexivo, que nos ayudan a leer una historia de amor que trasciende el tiempo y la entidad, para entenderla en sus raíces más puras. Una historia de amor que nos llena y nos vacía al mismo tiempo, provocando al terminar el libro que el lector sienta un placentero vacío.

Frente al desprendimiento de amor que sufre Víctor respecto a su familia, la historia de Álvaro será la historia de un amor que se alimenta con el silencio, con la ausencia y con la búsqueda. Víctor saturado de todo se volcará en la lectura de Las penas del Álvaro viviendo más en sus páginas que en su realidad en Mar del Plata.

Partícipes de lo impune es una novela descarnada, que nos guía a través del dolor de amar.

Esa cuestión me ha llamado especialmente la atención, pues si bien estamos acostumbrados, en la vida y en la ficción, a que la dicha del amor es tan enorme que puede con todo, no se nos ofrece tanto la gran sombra que proyecta esa luz. En la novela Germán Rodríguez lo hace de una manera muy delicada y muy tierna, pero tan real que duele, en su esplendor (con Álvaro) como en su decadencia (con Víctor).

Todo ello, además, estará ambientado en una Argentina históricamente convulsa con el enfrentamiento peronista y la subida al poder del dictador Eugenio Aramburu. Los personajes alineados y sufridores de sus bandos y los de sus allegados nos demostrarán como el intelecto es capaz de superar los malos momentos no si no a base de traumas. Sin embargo, estos serán los que permitan comprender y valorar la actitud de Álvaro.

Para esto no hacen falta adornos

Una de las cosas que nos podemos plantear al leer lo que os he contado de la novela, es que esta debe ser recargada o con una prosa compleja, por el tono reflexivo en cuanto al amor. Nada más lejos de la realidad. La prosa de nuestro autor se muestra ágil y fluida, tanto en el momento de la narración como en el de la prosa poética, facilitándonos la comprensión de los sentimientos de todos los personajes. Quizá puede que se deba a que la potencia de la que habla la hemos sentido todos alguna vez en la vida, y por ello no nos es ajeno, sin embargo, el vocabulario y la expresión son tan accesibles que engancha sin que nos demos cuenta. No obstante, para poder tener una historia de este calibre, podemos pensar que los personajes han de ser entidades complejas o con una sentimentalidad diferente.

Particularmente no lo creo, pero considero que la apuesta de nuestro autor es arriesgada por lo auténtica. El libro está plagado de personajes masculinos que sienten y son capaces de declarar sus sentimientos sin ambages, sin problemas de masculinidad, sin taras sociales. El amor que siente Álvaro y el desamor que desarrolla Víctor se explican de manera completamente explícita en la novela, y ambas formas se van fusionando para que comprendamos qué puede implicar ese sentimiento.

Por ello, la novela no se prodiga en las descripciones de los personajes. Cuando aparece uno nuevo, se nos da una breve aclaración biográfica sobre quién es sin desentonar en la narración y caracterizando al personaje lo justo para que entendamos qué pieza del puzle es. Sin embargo, todo ello es suficiente para que podamos comprenderlos y congraciarnos con ellos. Además, hemos dicho más arriba que la novela es eminentemente masculina, pero sin embargo, el papel femenino es de un cuidado tal que no podremos olvidar a personajes tales como Emma, Isabel o Gladys.

La nota del silencio

Ante todo, Partícipes de lo impune es una novela silenciosa, que se te va metiendo poco a poco dentro y te va envolviendo para saber más. Hay un momento en el que uno de los personajes dice aproximadamente «no necesitaba más con mirarnos a los ojos nos decíamos todos». La novela hace esto mismo, solo tienes que leerla para que te lo diga todo. Y como buen silencio luego te quedas como estás, con un silencio más denso, más pleno. Espero que os guste.

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