Nos encontramos con Ian en una época complicada de su vida. Se separa de su pareja y desde ahí, todo va cuesta arriba. Se encuentra en una dicotomía entre la necesidad de seguir viviendo en base a sus principios y una sensación de pérdida enorme. Los recuerdos le persiguen y le ahogan casi más que el alcohol en el que prácticamente se baña desde entonces. Vivimos con él el pasar del tiempo mientras trata de encontrarse y superar la pérdida a la vez que deambula por Argentina, de bar en bar, de empleo en empleo. Pero nada le vale y con nada se conforma. Descubrimos su personalidad casi antisocial, introvertida. Con ciertos puntos egoístas. Diría que roza la inmadurez a veces. Mientras reflexiona y te hace reflexionar a ti sobre la vida, nuestras decisiones, política, religión... Filosofa con borrachos, vagabundos, rebeldes, drogadictos... Lucha a su manera, intenta llevarle la contraria a la sociedad capitalista en la que vivimos. A su vez, retoma la escritura. Destacar el concepto de meta cuento, su cuento dentro de este cuento. Quizás resulta repetitivo tanto pesimismo, tantas borracheras, tantos cigarrillos y porros... es como un círculo del que no sale. Y personalmente encontré ciertas expresiones o frases algo desafortunadas que no terminaron de encajarme. Pero sin lugar a dudas me quedo con la cantidad de reflexiones, la introspección, el análisis por el que el autor, a través de Ian, te lleva mientras lees estas páginas. Y con la evolución del personaje que vamos viendo. Una lectura algo densa, pero rápida, y corta, con capítulos pequeños que amenizan el ambiente oscuro, decadente de la trama. Esta resulta intensa, clara, directa. Sin pelos en la lengua. |