Mujeres que caminan sobre fuego

– GUSTARÁ:
A los lectores (lectoras, en concreto, que se verán más identificadas) que prefieren obras donde se desarrollen personajes y roles femeninos a lo largo de toda su existencia vital de aprendizaje. La presente novela será del interés de aquellos lectores que, más allá de la propia trama, quieran encontrar las razones, reflexiones y exposiciones acerca del universo femenino que esgrime la autora. Sus convicciones personales dotarán de vida a sus personajes femeninos que interactuarán entre ellos para alcanzar el pleno conocimiento de sus propias circunstancias y de las del círculo que les rodea y acompaña.

– NO GUSTARÁ:
A los lectores que no encuentran interés en historias intimistas, inspiradoras, conversativas, con amplia representación de reivindicaciones feministas y centradas en el desarrollo de un personaje central al que sirven de báculo de aprendizaje un amplio grupo de secundarias que transitan, tangencialmente, su misma senda para hacer crecer a la protagonista. Tampoco será del interés de los lectores de novela clásica de prolijas descripciones escénicas, barrocas puestas en escena y riqueza documental histórica o técnica.

– LA FRASE:
“Aquella mujer había destruido todo lo que la había rodeado. Siempre tensa y distante. Con la cabeza llena de pájaros. Sin decir casi nada y haciendo menos que nada, se volvía como esas cicatrices en los huesos que duelen en los días de lluvia. No podía recordar la cantidad de tiempo que le había costado dormir tranquila en su casa. Y aún hoy no sabía muy bien si ella misma había logrado escapar del todo, aunque era consciente, eso sí, de que sin duda ella había tenido pequeñas oportunidades de oro que habían salvado cuanto menos una parte de su vida. Muchas veces se preguntaba que habría sido de su vida si Sofía no hubiera estado siempre allí. Ahora tenía la respuesta justo al pie de la escalera, esperando instrucciones”.

– RESEÑA:
Hoy traemos para reseñar: Mujeres que caminan sobre fuego, de Pilar Rodríguez-Castillos. Una fábula a camino entre el realismo dickensiano de superación tras el desarraigo familiar y una guía de viaje del héroe (de la heroína en el presente escenario) que tratará de caminar primero a gatas y desnortada, para después hacerlo sobre unas piernas tambaleantes. La autora presenta a una protagonista que ha sido empujada del nido mucho antes de que le crecieran las alas y de que le hubieran adjuntado el manual de instrucciones básico para poder valerse sola en la vida. Un comienzo trágico, una punzada en lo más hondo del alma que, de manera abrupta, obligará al personaje principal de Pilar Rodríguez-Castillos a luchar en un entorno lleno de luces y sombras, de confidencias y amenazas despectivas, de la ilusión del aprendizaje de las nuevas cosas y la cerrazón de aquellos que infravaloran e intentan limitar su desarrollo.

La autora se prodiga en hacer crecer a su “protegida” con el escudo, espejo y ejemplarizante ayuda de una pléyade de compañeras de camino. El estilo narrativo utilizado por la autora se cimenta en la compartición de los diferentes estratos vitales con sus guías, al tiempo que lo hace con el lector. Este es plenamente consciente, desde un primer momento, de que la novela que tiene en sus manos es un relato de desarrollo, amparado en las sinergias que se cruzan entre el reparto coral. Los personajes se muestran al lector al mismo tiempo que lo hacen a la protagonista. de esta manera, este juego en paralelo, irá pautando “los tempos” escénicos para dar espacio a que ambas partes se tomen el respiro suficiente para justificar sus decisiones tomadas y los caminos trazados en su aprendizaje. Mujeres femeninas (y feministas) van exponiendo y reivindicando sus posiciones. Enfrentan sus convicciones, a veces acertadas, otras no, en un mundo que, tradicionalmente, ha ninguneado muchas de sus actuaciones y deliberaciones. Pero este mundo ha cambiado y, la apertura de miras, requiere también adecuarse y adaptarse a la nueva situación personal del universo femenino, donde la protagonista tendrá que escarbar en busca de referentes, principios éticos y morales. Una vez que el camino lleve varias leguas de recorrido la protagonista tendrá que hacer acopio de todo aquello que le haya sido de valor y provecho en su duro aprendizaje para formarse un futuro esperanzador y anclado en sólidos pilares.

Desde que el mundo es mundo, es gracias al consejo, la mirada de la experiencia y la conversación calma de quien se sabe poseedora del conocimiento del paso del tiempo, donde la protagonista hallará la voz de las arrugas en las que refugiarse y aprender, irremediablemente, a lo que tendrá que enfrentarse. Mujeres que transforman su existencia en función de la etapa vital a la que pertenecen, tanto por rango de edad como de conocimiento. A lo largo de toda la narración subyace el mensaje de la permanente reinvención y examen de conciencia para establecer el punto de partida que marcará la ruta hasta el punto de llegada. Una vez concluida la ruta, tocará vuelta a comenzar, en un rito cíclico y eterno en el que se van ensanchando las espaldas y llenando la mochila de las habilidades suficientes para navegar por el proceloso océano de la vida con esperanza de llegar a puerto seguro. La autora expone un amplio crisol del universo femenino: su problemática, contradicciones, el amargor de las derrotas y el éxtasis de las victorias. Todo ello visto a través de un amplio panel de mujeres de toda índole y condición en las que se reflejará lo que le repudia y lo que le atrae. al final del camino echará la vista hacia atrás y observará todo lo que ha llegado a alcanzar y valorará si el abrupto camino transitado ha merecido o no la pena.

Pilar Rodríguez-Castillos se acerca a la reivindicación del universo femenino mediante un lenguaje sencillo, ágil, conversativo y muy centrado en las peripecias de sus personajes más que en la ambientación del terreno por donde pisan. La autora enfrenta a sus personajes, los mete en una celda y tira la llave para observar lo que tienen que espetarse a la cara y los resultados que de ello se derivan. La velocidad de crucero que toma la novela es la tónica general de la narración. Las pausas reflexivas y autoindagatorias son escasas ya que el ritmo conversativo retoma siempre a la primera línea; este es el vehículo esencial de la novela. Hablar y hablar como punto de descubrimiento de cada uno de sus personajes sin caer en escenarios más densos y abigarrados en los que se aprende más por las obras que por los dichos. Mujeres que caminan sobre fuego centra el tiro en el desarrollo personal femenino como estado esencial para alcanzar el sitio que le corresponde a cada mujer en la vida. Conocer el camino de las que llegaron antes es fundamental para alcanzar metas futuras; los personajes de la presente novela así lo atestiguan y representan.
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Llevo un rato largo intentando ver cómo enfocar esta lectura de cara al blog y no consigo centrarme. No es por la historia en sí, que es fácil de concebir y digerir, sino porque no sé si comenzar por el tema central del empoderamiento de la mujer, cuya fuerza le sale de su propia convicción, proceso que no es innato sino adquirido, o por el hecho de que siendo una novela con una cubierta tan luminosa, el texto nos lleva por momentos de oscuridad, relacionados con la indefensión de una niña, víctima de los adultos que la rodean.

La protagonista de esta historia se ve arrastrada a vivir casi escondida dentro de sí misma y dentro de una casa, que siendo enorme, le proporciona un entorno muy pequeño de seguridad. Crece y se convierte en una mujer que debe enfrentarse a todos, incluido su pasado, para poder avanzar. Nada más voy a contaros sobre su argumento ya que la propia autora, o la editorial, así lo han decidido al escribir la sinopsis, y creo que es un acierto. Mejor ir a ciegas. Mejor conocer según el ritmo que nos marca el propio texto.

En sí es un viaje. Una novela de formación que trae historias tristes detrás, porque la vida es triste, pero que también trae algo de luz, porque la vida ilumina. Creo que la autora ha querido contar una historia de dolor sin ahondar mucho en esa pena, aunque yo la veía caminar siempre como en un estado de tristeza absoluto, aunque el texto no lo dijese de esa manera. Lo interesante es ver cómo crece y cómo afecta su relación con las mujeres que le rodean para seguir adelante, además de aprender con ella a salir de su cárcel impuesta.

Sobre el texto, me ha resultado fácil de leer, con momentos en los que la narración se centraba en la profundidad de los sentimientos de los personajes y otros momentos donde somos meros acompañantes. Descubrir con ella, o sin ella, porque nosotros, los lectores, sabemos más que la protagonista, la historia que hay detrás de Sofía, de Arcaica o de Primo, ha sido la parte más enriquecedora.

Mi lectura ha estado impregnada de cierta tristeza, ya que desde el principio he querido arropar a esta niña-mujer; no obstante, esa tristeza se acaba transformando en aprendizaje y en crecimiento.

Me han llamado la atención los nombres que utiliza para los personajes ya que no son comunes, supongo que destacándolos así, en cierta manera. Los hace más importantes; les da prestancia, un espacio propio. También me ha llamado la atención lo apartado de sus vidas, ya que los aísla, colocándolos prácticamente en un universo individual. No establece muchas relaciones con el entorno, y las que se establecen no se cuentan, lo que hace que se creen esos microespacios donde cada una de las mujeres, y de los pocos hombres que aparecen, son esenciales para entender el camino que recorre Nova en esta novela.

Intuyo que es una novela con la que la autora quiere compartir la fuerza interior que tenemos cada uno; ese empoderamiento que debemos encontrar para hacer frente a las situaciones que se nos presentes; y todo dejando a cada uno el poder de reconocerlo.

Una novela bonita y triste, que no te deja mal sabor; y una muy interesante primera novela, por la solidez de la narración y por el camino marcado.
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Se podría definir écfrasis como “el ejercicio literario que consiste en describir un objeto de arte”, o más simplemente: “la representación verbal de una representación visual”. Y releyendo Mujeres que caminan sobre fuego, me topé con este fragmento: “…y se le encadenaron siluetas, miradas y silencios como en un caleidoscopio psicodélico y extraño”. Me pareció que esta novela manifiesta un caso invertido de écfrasis; es decir la representación visual de una representación verbal.

Me explico: la novela se inicia con un caleidoscopio de colores básicos delimitados por trazos gruesos, pasa a ser un mosaico con colores más suaves y sugerentes, diluyendo algo las líneas y termina en un gran lienzo impresionista que, indefinido a corta distancia, gana rotundidad y claridad según tomamos perspectiva. Los borrones cercanos devienen en nítidos colores y formas que dan sentido a un todo. La perspectiva nos permite enfocarnos en el asunto, comprender mejor el mensaje y por lo tanto hacerlo más poderoso.

La prosa de Pilar es la herramienta que consigue este milagro. Es cuidada, simple, cómoda y efectiva. Pero al mismo tiempo nos ofrece bellas gemas como: “…le estaba pareciendo bellísima desde los ojos, y abrumadora y triste desde el corazón” o “como si pudiera hacer una rayadura en la música” o ítem más “se iba reduciendo por fin a la nada en el retrovisor de su vida”. En fin, ¡los ojos de la palabra!

Algunas situaciones tienden a verse como cíclicas, Pilar rompe este círculo que es válido en un cuento y lo abre en su novela pidiendo la complicidad del lector en un generoso ejercicio de participación porque solo llegamos a comprender algo si nos sentimos parte del proceso final. Por eso no debemos pedir explicaciones a la autora, aceptemos el reto de su generosidad, no seamos perezosos y colaboremos a rematar este lienzo que nos ofrece, con nuestras propias aportaciones. Así podríamos considerarnos coautores de un bello proyecto.

"Mujeres que caminan sobre fuego" es de esas novelas que tienen algo, cuando lees su sinopsis, que te anima a adentrarte en sus páginas. No sabes bien qué es, pero te llama, y lo descubres en cuanto lees la primera página. Desde entonces ya no podrás parar de leer, y al finalizarlo, nos vamos a quedar con una sensación de vacío y plenitud a la vez, que no vamos a entender.

Es lo primero que leo de Pilar Rodríguez-Castillos, pero me ha enamorado con su prosa. Escribe de una manera tan delicada y fuerte a la vez, y llena de tanto sentimiento, que vamos a disfrutar mucho de su lectura. Nuestro cuerpo y nuestra mente nos va a pedir leer con pausa, interiorizando lo que nos quiere transmitir y poniéndonos en el lugar de cada mujer que sale a lo largo de la historia.

Nada más comenzar el libro ya tenemos una gran intriga que a mí, personalmente, me ha creado algo de angustia por saber qué ocurriría. Por suerte, la autora nos lo desvela en la página 23 y ya podemos intuir el camino que va a tomar el resto de la historia. Esto no le resta potencial, ya que los sucesos que ocurrirán posteriormente nos mantendrán enganchados al libro.

Las mujeres que encontramos a lo largo de la novela, podrían ser perfectamente reales, y cualquiera de las que podemos encontrar en nuestra sociedad: fuertes, decididas y con una vida difícil.

Me ha sorprendido mucho como la autora, Pilar Rodríguez-Castillos, consigue transmitir en todo momento cómo se siente cada una de ellas. Desde la locura, ilusión, amor, resignación o desamparo que puede sentir una persona.

Durante toda la novela llegamos a simpatizar con todas ellas, una parte de nosotras se transforma en ellas y a través de las palabras de Pilar Rodríguez-Castillos parece que lo estamos viviendo nosotras. Es fácil ir transformando las palabras en escenas en nuestra mente, de tal descriptivo que es y tanto que nos transmite. En ocasiones era como si viese una película, o como si de verdad las conociéramos, como si hubiésemos estado con ellas en el bar tomando algo, como si fuera un recuerdo propio.

Me han parecido personajes muy trabajados, muy bien definidos, y como ya dije, perfectamente reales. Es difícil englobar tanto sentimiento y, además, tan diferentes, en lo que podríamos decir, diferentes generaciones.

Todos los personajes tienen algo diferente, buscan algo diferente y van a reflejar diferentes escenarios. Querer saber dónde está su lugar, encontrar la paz consigo misma, encontrar el apoyo donde menos lo espera, seguir adelante o ser bondad pero tener a la par un pasado oscuro. Todo esto y más, encontraremos en "Mujeres que caminan sobre fuego".

Como pequeño apunte, me gustaría mencionar un personaje que destaca por su personalidad. No me suele ocurrir que no me guste en concreto un personaje, sobre todo de una manera tan clara como en este caso. Su altanería, su soberbia y su maldad nos va a descubrir la parte más oscura del ser humano. Cómo disfruta haciendo daño gratuitamente, ya que es su pasatiempo. La parte de "señora" de la casa, está muy bien reflejada, aunque ya en una época en la que esa definición queda obsoleta, nuestro personaje sigue con su pose y vemos las diferencias sociales.

Creo que "Mujeres que caminan sobre fuego" es una lectura obligada, tanto para hombres como para mujeres, para recuperar un poco de humanidad, y con todo lo que nos remueve, sentirnos vivos.

Espero poder leer pronto algo nuevo de Pilar Rodríguez-Castillos.
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¿Cuántas comprensiones pueden contener tan sólo 313 páginas? ¿Cuántas lecturas distintas, cuántos rincones donde encontrar pequeños tesoros escondidos? Una novela escrita con una delicadeza exquisita, como una frágil y bella pompa de jabón, pero que encierra una fortaleza contundente, incontestable. La fuerza de lo Femenino cuando habla desde el orden y la inclusión. Si te dejas guiar por la historia deleitándote en cada pasito puedes ir comprendiendo que de te fabula narratur (“La historia habla de ti”). Nada más eficaz, nada más bello que un hermoso cuento, que te conduce a las profundidades de ti misma. Lectura obligatoria.