Hicham

Cuando empiezas a leer Hicham, te sumerges directamente en un viaje sensorial. Las descripciones del autor hacen que tu mente se transporte hacía Oriente. Te hacen recorrer las calles de Marruecos junto a Hicham y su sabio abuelo. Te encandila la relación abuelo-nieto, con sus mágicas historias en el árbol de los sueños, palabras llenas de moralejas y sabiduría. Pero a pesar de todo esto, nuestro joven Hicham ansiaba más. Soñaba con irse de allí, descubrir todo aquello que había visto por Internet. Pero la realidad nunca se asemeja en lo que se ve a través de las pantallas. Una cruel travesía lo guía a su nuevo destino, uno con el que nunca había soñado y que no conseguirá quitarlo de sus nuevos sueños. Una cruda realidad como jamás la habían contado. Una nueva perspectiva dura y necesaria para visibilizar lo que no tiene nombre. Una historia que debería dar en las aulas. Mucha gente necesita leer y ver con nuevos ojos esta realidad que muchas personas no eligen, si no que les es impuesta. Un grito hacía una vida digna y libre. Un libro crudo que nunca me cansaré de decir que es muy necesario leerlo.

No me cabe duda de que este libro tiene una importancia que ba más allá de la propia literatura. El hecho de poder transmitir, de una forma poética o no, la odisea que sufren los inmigrantes tan jóvenes como el protagonista para poder llegar a la vieja Europa, merece ser contado y explicado. Por ahí sí creo que "Hicham" gana puntos y merece la pena. Sin embargo, creo que el aspecto formal de la historia le ha bajado muchos puntos para mí. Creo que es una narrativa ágil, pero que usa registros que no son adecuados para lo que nos está contando. Los diálogos tampoco me han convencido y me han sacado de la historia, incluso en los peores momentos. Por otro lado, las partes más poéticas sí creo que están bien trabajadas y dan ese toque de ensoñación que choca con la cruda realidad de la emigración.