Yo era de corcho. No porque fuese de corcho sino porque me hice de corcho, el corazón de nieve. Tuve que hacerme de corcho para salir adelante.
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Yo era de corcho. No porque fuese de corcho sino porque me hice de corcho, el corazón de nieve. Tuve que hacerme de corcho para salir adelante.
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Mentre escalfava l'aigua pel cafè, va dir que era molt trist que nosaltres, que érem gent de pau i d'alegria, haguéssim de veuren's embolicats en un tros d'història com aquell. I entre glop i glop de cafè encara em va dir que la història més valia llegir-la en els libres que no pas escriure-la a canonades.
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Asseguda de cara al mar, de vegades gris, de vegades verd, més que tot blau, aquella estesa d'aigua que es movia i vivia, d'aigua que enraonava, se m'enduia el pensament i em deixava buida.
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Me le miré muy incómoda y le dije que me llamaba Natàlia y cuando le dije que me llamaba Natàlia se volvió a reír y dijo que yo sólo podía tener un nombre: Colometa.
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Eren morts els que havien mort i els que havien quedat vius, que també era com si fossin morts, que vivien com si els haguessin matat.
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En casa vivíamos sin palabras y las cosas que yo llevaba por dentro me daban miedo porque no sabía si eran mías...
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La Julieta va venir expressament a la pastisseria a dir-me que, abans de rifar la toia, rifarien cafeteres.
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"El agua estaba fría y eso me hizo recordar que el día antes, por la mañana, a la hora de la boda, había llovido mucho y pensé que por la tarde, cuando fuese al parque como siempre, a lo mejor todavía encontraba charcos de agua en los senderitos... y dentro de cada charco, por pequeño que fuese, estaría el cielo..., el cielo que a veces rompía un pájaro..., un pájaro que tenía sed y rompía sin saberlo el cielo del agua con el pico... o unos cuantos pájaros chillones que bajaban de las hojas como relámpagos, se metían en el charco, se bañaban en él con las plumas erizadas y mezclaban el cielo con fango y con picos y con alas. Contentos..." (Pág.256).
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"Y sentí inmensamente el paso del tiempo. No del tiempo de las nubes y del sol y de la lluvia ni del paso de las estrellas adorno de la noche, no el tiempo de las primaveras dentro del tiempo de las primaveras, no el tiempo de los otoños dentro del tiempo de los otoños, no el que pone las hojas a las ramas o el que las arranca, no el que riza y desriza y colorea las flores, sino el tiempo dentro de mí, el tiempo que no se ve y nos va amasando. El que rueda y rueda dentro del corazón y le hace rodar con él y nos va cambiando por dentro y por fuera y poco a poco nos va haciendo tal como seremos el último día." (Pág.236).
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"Y la señora Enriqueta me había dicho que teníamos muchas vidas, entrelazadas unas con otras, pero que una muerte o una boda, a veces, no siempre, las separaba, y la vida de verdad, libre de todos los lazos de vida pequeña que la habían atado, podía vivir como habría tenido que vivir siempre si las vidas pequeñas y malas la hubieran dejado sola. Y decía, las vidas entrelazadas se pelean y nos martirizan y nosotros no sabemos nada como no sabemos nada del trabajo del corazón ni del desasosiego de los intestinos..." (Pág.249).
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La guerra del fin...