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Hace un par de meses os traje la reseña de El color de la maldad, primera novela de Armando Rodera, autopublicada en su momento y ahora publicada por Amazon Publishing, y hoy os traigo su continuación, El aroma del miedo, que salió a principios de septiembre. En este nuevo volumen, han pasado unos meses desde el final de El color de la maldad. Sin poder entrar en detalles que den pistas sobre lo que ocurrió en ese primer libro, tenemos a Bermejo en Madrid por un lado, y a Roncero y Miriam de acá para allá por otro. Casualidades de la vida, Bermejo y Roncero coinciden en Valencia pero a cargo de casos distintos: el policía tiene que investigar los crímenes de un psicópata conocido como el "asesino de las marionetas", así como un caso de corrupción dentro del cuerpo policial; por su parte, al guardia civil le han pedido asesoramiento en un caso de trata de blancas y mafias internacionales que operan impunemente por toda la costa levantina. Al estar ambos en la misma ciudad se hace inevitable que sus caminos se crucen en diversas ocasiones al igual que los casos en los que trabajan, pero lo cierto es que tanto Roncero como Bermejo tienen su trama diferenciada y actúan en ella por su cuenta o junto a su equipo asignado la mayor parte del tiempo. En cuanto a la vertiente personal, en este libro gana algo de protagonismo Bermejo y, a diferencia del primero, es él quien se mueve por senderos románticos (y en este punto tengo que dar las gracias al autor por reducir al mínimo la presencia de Miriam en la historia, porque sinceramente no la he echado nada de menos...). Al igual que ocurría en El color de la maldad, el estilo narrativo es un poco remilgado (en una historia de polis y guardias civiles, psicópatas, asesinos en serie, mafiosos sin escrúpulos de todas las nacionalidades, etc... choca un poco leer palabras como "morrocotudo", por poner un ejemplo). Aun así, he notado algo de mejoría en los diálogos con respecto a la primera parte. No llegan a ser redondos, porque Roncero es Roncero y parece que mea agua bendita (expresión marca de mi familia que espero que se entienda a lo que se refiere xDDD), pero sí que he notado evolución. Y sobre todo es de alabar la labor de documentación, que es notable y evidente a lo largo de todo el libro. En las páginas finales el autor explicar que algunos de los hechos están basados en cosas reales ocurridas en la costa valenciana, y la verdad es que ponen los pelos de punta. De hecho, la trama que más beneficiada sale en la historia es la que está relacionada con la trata de blancas, las mafias internacionales en la costa levantina, y esa corrupción a muchos niveles y en muchos estamentos que hace posible que esas organizaciones criminales no solo salgan impunes de todas sus fechorías, sino que se crean invencibles ante la justicia. Esta es la vertiente de la historia protagonizada por Roncero y, como ya pasaba en el primer libro, es él quien protagoniza los momentos de más acción y/o drama. Sí que quiero comentar una cosa que solo es opinión personal, pero que creo que perjudica al libro, y es el exceso de frentes abiertos. En ese mismo postfacio, el autor explica que quería dos tramas principales y alguna secundaria. Esta última sería la de la corrupción dentro del Cuerpo Nacional de Policía, asignada al inspector Bermejo. Entiendo que al pertenecer a cuerpos de seguridad distintos, y al trasladar la acción de Madrid a Valencia, se hacía necesaria la asignación de casos diferentes para que Roncero y Bermejo se encontrasen en la capital del Turia: estas serían las dos tramas principales (el asesino en serie y la trata de blancas). Pero, en cuanto a la corrupción policial, la misma evolución de la narración demuestra que sobra dentro de la historia, porque Bermejo no pinta nada en ella. Ni la investiga, ni la resuelve, solamente se queja de que le hayan encomendado ese marrón. La sensación que a mí me ha quedado tras terminar el libro es que las páginas dedicadas a esta trama, salvo querer denunciar que existe dicha corrupción, no aportan realmente nada y dispersan la historia. Yo hubiese usado esas mismas páginas para darle más empaque a la trama del asesino en serie. Repito, esto es solo mi opinión personal, pero si soy sincera con la reseña, creo que toda esa subtrama de corrupción policial es totalmente prescindible. Admito que esta continuación no me ha enganchado tanto como el primero. A pesar de que tenía sus "peros" (que ya comenté en su correspondiente reseña), El color de la maldad lo devoré en apenas 3 o 4 días (y con mis horarios espantosos y el número de páginas del libro, os lo aseguro, eso es engancharme mucho), pero este lo he tenido parado más de un mes a falta de leer las últimas 150 páginas y no he sentido en ningún momento las ansias de abrir el libro y continuarlo. Aun así, el final, aunque parece escrito con fines cinematográficos, le da a la historia un ritmo que a veces pierde por el camino, y para mí le hace ganar puntos a pesar de que pueda resultar más o menos fantasioso (y aquí confieso que tengo una mente muy calenturienta y me había imaginado algo peor y más cruento para ese final xD). En definitiva, es una historia entretenida, muy documentada, y me ha gustado saber cómo les iba a estos dos personajes tras el final de El color de la maldad, pero creo que le falta algo para marcar la diferencia. Esto son solo opiniones subjetivas, pero si a mí, como lectora, me preguntasen qué echo de menos, diría que lo que echo en falta es que el autor se deje llevar un poco, que se suelte la melena, que sea un poco más cañero, porque el estilo narrativo, los personajes y los diálogos ganarían muchísimo... a veces son demasiado pulcros y amables para tratarse de novelas negras con tintes de thriller y tramas que deberían resultarle muy oscuras al lector. Ah, antes de que se me olvide. Me han encantado las referencias cinéfilas y televisivas, en unos casos obvias, como The Wire, Eyes Wide Shut, Los inmortales, y otras más veladas, como Reservoir dogs :) Enlace: https://inquilinasnetherfiel.. |
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