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Un cómic, sin lugar a dudas, memorable. Y es que el valenciano Paco Roca tiene una obra, en el terreno de los cómics, abundante, premiada, traducida en varios países, algunos de ellos llevados al cine, y expuesta en salas nacionales e internacionales. Y precisamente, el que nos ocupa, ha obtenido también varios premios, aunque publicado en el año 2015, sigue teniendo vigencia y es una maravilla para leerlo, admirar con detalle sus ilustraciones, además de suscitar sentimientos y reflexiones varias. Y es que el tema de “La casa” está relacionado, profundamente, con los sentimientos que se generan a partir de la muerte de un padre y el paso del tiempo. La casa en la que tres hermanos, una chica y dos chicos, se criaron y que el cómic nos muestra, consiguiendo dibujar con absoluta veracidad a través de los colores que presenta y sus variaciones, los recuerdos que cada uno de ellos han sentido, según sean recuerdos lejanos, momentos vividos junto al padre, cuando los tres hermanos eran pequeños o en la actualidad, donde reunidos para dilucidar qué van a hacer con la casa, también aparecerán sus deseos, sus dudas, sus preocupaciones y sus sueños. Y logra llevarnos a las emociones sin tregua, que despierta la casa, la casa donde un padre puso todo su empeño, y donde nosotros también permanecemos en ella, una casa que nos invita al recuerdo y a la añoranza. Y es que la casa , y el título así lo indica, es la autentica protagonista. En este cómic lo figurativo queda absolutamente atado al suelo, no reflejan ninguna fluidez, no pertenecen a la existencia de lo espumoso o líquido, si es que lo queremos decir con Zygmunt Bauman y el concepto de su modernidad líquida definiendo así, los momentos de la realidad de nuestros mayores que se desvanecerán. Lo figurativo en este cómic parte desde el principio de la fuerza de lo verosímil, de aquello que queda en el universo de lo posible, no se permite la ambigüedad , está todo enmarcado y diseñado desde la efectividad de lo natural de cada una de sus figuras y de los espacios y ambientes que comparten, que muestran. Este cómic no necesita enredarnos en lo inverosímil, la dificultad de entendimiento se aleja de él porque solo aspira a contarnos lo que es, la cuestión que pretende comunicarnos, decirnos, es diáfana desde el principio, ni las viñetas silenciosas, ni los bocadillos, ni las figuras, ni el marco general, necesitan en absoluto decirnos algo más de aquello que nos están diciendo. La casa en mayúsculas. Un cómic madurado despacito como lo hacen las uvas de una parra al sol. La tragedia, la sinrazón y el espanto llegará, es imposible que esté ausente durante demasiado tiempo. Tras la muerte del padre los hijos se reúnen, toda muerte lleva aparejada una reunión de deudos, que tendrán que poner en orden las cuestiones que el padre no ha podido ordenar, se trata de pensar qué se hace con la casa , qué arreglos hay que llevar a cabo, qué se hace con todo aquello que le perteneció y que, sin la menor duda, fue la vida de la familia y la casa que su padre quiso y realizó. Una casa llena de muchas cosas que recordar. Desaparecida la carne queda lo material, aquello que hay que valorar, aquello que hay que repartir, aquello que excluye al alma y al corazón y que hay que resolver crematísticamente de la mejor manera posible. ¿Qué hacer con la casa? Un cómic contundente en su poderosa emotividad, una propiedad que es hogar y cuyo significado trasciende al de casa, e incluso al de morada. En este caso, la casa se construyó como escudo de seguridad, de armonía, de placer y de sentido pleno, la casa como regocijo existencial, la casa como arcilla modelada por un hombre para sentirse plenamente protegido y a salvo. La casa como sentido absoluto de continuidad. La casa, esta casa como idea material para que todo pueda ir sucediendo en ella, en todos sus rincones , en todos sus adentros , la casa como un ámbito en el que la resolución de conflictos se hace posible , esta casa como un espacio donde sus moradores pueden lavar sus quimeras. El padre ha muerto, los hijos se reúnen y observan en cada rincón, en cada objeto, como ahí está una gran parte de su vida, repasan momentos de su niñez, de su adolescencia, de su primera juventud, repasan todo de un modo preciso y emotivo con la sola exigencia de mirar para recordar. A los hermanos se les nota el pesar, sienten como se rompen cada vez que tienen que hacer un corto viaje al contenedor más cercano. Siento, yo, ahora en mi cabeza y en mi corazón, palpitar la frase de Faulkner que dice “Entre la pena y la nada, me quedo con la pena”. También los hijos, como Faulkner, han decidido quedarse con la pena , la intensa pena por la muerte del padre, la intensa pena por tanto recuerdo, que se verán intensificados en esta reunión entre hermanos. Los hermanos se interrogan entre ellos, para rebuscar y rescatar el momento más vibrante y más querido de todos aquellos, que fueron sucediendo en ese ámbito familiar y que les provocarán sonrisas y complicidades. Todo sucedió en esa casa junto a su padre. A resaltar, naturalmente la coloración, el colorido que se deja ver claramente en las páginas de este cómic . Vamos desde el malva inicial y pasamos al amarillo, al azul. Los colores sirven como separadores que abordan sus diferentes recuerdos. En realidad, el cómic trata del trance humano que muchas familias tendrán que afrontar en su vida. En este caso, los tres hermanos tienen la pretensión inicial de arreglar la casa y venderla , en el trascurso del cómic iremos viendo como esta idea va perdiendo fuerza, se imponen los recuerdos y los hermosos momentos que vivieron en la casa junto a su padre. Y lo que nos espera al finalizar su lectura es la figura de un gran interrogante con un final abierto. + Leer más |