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ISBN : 8416495769
224 páginas
Editorial: Galaxia Gutenberg (10/02/2016)

Calificación promedio : 5/5 (sobre 2 calificaciones)
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Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
Guille63
 02 April 2024
La tetralogía que se inicia con Gilead me gustó tanto que parecía imposible que la mejor novela de la autora aun me estuviera esperando.

“Todo lo que se presenta ante el ojo es una aparición, un telón que baja sobre los verdaderos sucesos del mundo”

Quizás en la comparación se vio favorecida por ser la última novela leída, aunque sorprendentemente fuera para la autora la primera que escribiera, o que con ella agotaba sus obras de ficción, no lo sé, el caso es que la encontré más bella, deslumbrante, triste y profunda que sus otras novelas, siendo todas ellas dignas acreedoras de tales calificativos. Quizás esperaba una especie de precuela de aquellas y quedé sorprendido por su ironía, hasta el título es irónico (también en su no fácilmente traducible título original, «Housekeeping») su poesía, sobre todo en esa forma especial y un tanto onírica que tiene la narradora de experimentar la vida, las cosas y personas que la rodean y, sobre todo, las cosas y personas ausentes, y que la religiosidad, tan esencial en su tetralogía, aquí no fuera más que un velo a través del cual miramos sin que el propio velo tome protagonismo expreso.

“… si Fingerbone era notable por algo, aparte de la soledad y los asesinatos, era por su fervor religioso, un fervor en su versión más rara y pura”

Fingerbone es un pequeño pueblo perdido del medio oeste americano con un clima inhóspito en el que las casas sufrían frecuentes inundaciones y sus techos se veían amenazados cada año por las copiosas nevadas. La gente solía alardear de sus penurias porque tampoco había mucho más de lo que hablar. Todo lo inhabitual, personas y sucesos, todo lo que se saliera de “la replicación precisa de un día en el siguiente” era mirado con recelo, y los generalizados gestos y actitudes cristianos de sus gentes no eran más que una segunda piel adquirida por lo aprendido tan profundamente en los primeros años de la vida.

“… entre el lago y los ferrocarriles, entre las tormentas de nieve y las inundaciones, los incendios en los graneros y en el bosque, el fácil acceso a escopetas y trampas para osos, a licor casero y a dinamita, entre la omnipresencia de la soledad y la religión y los estragos y éxtasis que provocan ambas, por no mencionar la intimidad de las familias…, la violencia era inevitable”

Ruth, la narradora de esta historia, y su hermana pequeña Lucille fueron dejadas por su madre en el porche de la casa que su abuela tenía en Fingerbone donde debían esperar su vuelta. A continuación, cogió el coche y se despeñó en el mismo lago sobre el que muchos años atrás se había caído el tren en el que viajaba su padre, el abuelo de las niñas.

“No puedo beber un vaso de agua sin recordar que el ojo del lago es el de mi abuelo, y que las aguas densas, ciegas y abrumadoras del lago moldearon las extremidades de mi madre, volvieron pesadas sus ropas, detuvieron su respiración y su vista”

Ese abandono de su madre que desencadenó la inútil espera de “una llegada, una explicación, una disculpa”, moldeó el carácter de Ruth, la volvió distinta, peculiar, le “instiló la costumbre de la espera y la expectación que convierte cualquier momento presente en importante sólo por lo que todavía no contiene”. La llegada de su tía Sylvie, con un gran parecido con su madre, parecía una respuesta a esa espera.

“Anhelar y tener son tan similares como la cosa y su sombra... anhelar una mano sobre el cabello es casi sentirla… Así que, sea lo que sea lo que perdamos, el anhelo nos lo devuelve.”

Después de que en una mañana de invierno la abuela “evitó despertarse” y de un breve periodo con sus asustadizas y cómicas tías Lily y Nona, las niñas quedaron al cuidado de su tía Sylvie. Sylvie había abandonado, al igual que sus dos hermanas, la casa familiar siendo muy joven y, tras un breve matrimonio, se dedicó a vagabundear sin rumbo (“todas las historias que contaba tenían que ver con un tren o una estación de autobuses”). Una vida que le confirió hábitos excéntricos, de esos que asustan a las gentes de Fingerbone y que les hace dudar de su capacidad para cuidar de las niñas. También Lucille desconfió y algo esencial se rompió entre las hermanas que, quién sabe, quizás representen los dos polos enfrentados en el alma de la propia autora.

“Lucille se empeñaría siempre… en darme un aspecto más decoroso y hacerme cruzar las amplias fronteras que nos separaban de es otro mundo, al que yo creía por entonces que nunca querría ir. Porque me parecía que nada de lo que ya había perdido, o pudiera perder todavía, podría encontrarse allí… me parecía que algo de lo que había perdido podía encontrarse en la casa de Sylvie… Sylvie, yo lo sabía, percibía la vida de lo que había perecido.”

Maravillosa.
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