Una obra extraña. Me dio la sensación de que hay un fallo estructural de la obra: creo que el protagonista no cumple con el cometido que dice al principio de intentar que el hijo lo conozca mejor, aunque sea a través de la carta. Pese a esto, la prosa de Robinson es de alta calidad y elegancia, pues uno siente que no falla una sola línea de la lectura.
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