Volando Solo

Cuando leí Boy, la primera parte de las memorias de Roald Dahl, no pude evitar salir corriendo a la biblioteca en busca de la segunda parte, Volando solo, que devoré en tiempo récord.

Esta segunda parte continúa exactamente donde acaba Boy. Así que nos encontramos ante un joven Roald Dahl de apenas 20 años y que acaba de ser contratado por la Shell para trabajar en su base de Dar es Salaam, en África.

Podríamos dividir estas memorias en dos partes.
Una primera donde Dahl nos contará su viaje en barco hasta África, la vida de los colonos ingleses, como aprendió swahili y a esquivar serpientes venenosas. Sin olvidarnos de cierto incidente con un león, con final casi milagroso.

Y una segunda parte, cuando llega el momento en el que Gran Bretaña entra en guerra con Alemania y Roald debe alistarse como piloto de la RAF (Royal Air Force) donde nos cuenta su entrenamiento, el accidente aéreo que casi le cuesta la vida, las misiones casi suicidas a las que tuvieron que hacer frente y que se cobraron la vida de la mayor parte de sus compañeros y su vuelta a casa y reencuentro con su madre.

Puede que os parezca, según lo que os cuento que se trata de una historia dramática, pero Roald Dahl tiene la facultad de llenar sus historias de optimismo y a pesar de tratar temas tan delicados como la guerra, consigue sacarnos una sonrisa en más de una ocasión. No quiero decir con esto que se tome a broma las miserias de la guerra, nada más lejos. de hecho, lamenta la pérdida de vidas y crítica la falta de medios y de preparación de algunos de los altos mandos.

Desde luego lo que es increíble es todo lo que le aconteció a este hombre, teniendo en cuenta que todo esto le pasó antes de cumplir 26 años.


Yo por mi parte seguiré leyendo su obra y disfrutando de su ingenio.