Lo que callan los muertos

Que iba a disfrutar de este libro era algo previsible. Como asturiana emigrada, sumergirme en una historia ambientada en mi tierra natal es siempre un placer y más cuando el autor sabe hacerlo, cuando el lugar en el discurre la trama es algo más que un punto en el mapa. Ana Lena me ha dado un paseo por las calles de Oviedo pero, además, me ha acercado a su gastronomía y al espíritu de su gente. Me ha hecho sentir en casa. Es por eso que, para mí, uno de los puntos fuertes de esta novela es, sin lugar a dudas, su ambientación.

Como también lo son sus personajes. Lo que callan los muertos es una novela de misterio y, como tal, plantea una trama atractiva e intrigante. Pero es su variopinto elenco el que da vida a la historia, el que se gana al lector. Entre otras cosas, desearás comer en casa de Adela, jugar al parchís con Pepe, abrazar a Gracia, tomar el vermut con Sara y cotillear acerca de la vecina que todos llaman la impugnada por su espíritu batallero en las reuniones de comunidad.

Así, con esa compañía y un ritmo pausado pero constante, ir deshaciendo los nudos de la trama se convierte en algo agradable, sencillo, ágil... Para llegar a un final que tal vez podría sorprender más al lector, pero que deja muy buen sabor de boca por lo bien atado que está y la sensación que regala de que, efectivamente, termina de la mejor manera posible.

Como buena primera entrega de trilogía, deja abiertos a la espera de desarrollo aspectos relacionados con los personajes que seguirán formando parte de las publicaciones sucesivas, logrando así que el lector sienta deseos de reencontrarse con ellos en los siguientes libros.

En definitiva, una lectura muy recomendable para todos los amantes del género y también para todos aquellos asturianos que quieran reencontrarse literariamente hablando con la tierrina.