El amor en los tiempos del cólera (edición ilustrada)

¿Puede un amor soportar el impase y la vida propia de los amantes separador durante más de 50 años? Esta es la mejor forma que se me ocurre para sintetizar la historia que narra El amor en los tiempos del cólera. Es una historia de amor, sí claramente; pero es un amor extraño, diferente a las que imagino usualmente de esa época y que por muchos momentos me hizo pensar mucho sobre el destino de los protagonistas.

Quiero decir que esta es la primera vez que leo la novela, es la primera novela “larga” que leo de Gabo desde que decidí reconciliarme con él y leer sus obras por gusto y no porque las tuviera que sufrir durante el bachillerato. Esto ha sido maravilloso, pues por fin logré enganchar con una historia de este tipo y explorar todo el despliegue de las técnicas narrativas usadas por Gabo en su obra, pues al ser una novela más extensa que las otras que he leído de él, da pie para juntarlas todas y dar muestras de ellas con una finura y galantería increíble.

Con descripciones poderosísimas, que procuran que uno se haga una imagen más que detallada de la Cartagena donde sucede la historia y que por momentos recuerda a los autores clásicos que te atrapan mientras describen con lujo de detalle una calle cualquiera en medio de ciudades imponentes y con una larga historia, Gabo nos cuenta la vida e historia de Juvenal Urbino, Fermina Daza y Florentino Ariza. Creo que hacer un resumen de la historia es trivial, porque a no ser que esto lo lea en algún momento un extraterrestre que no tenga ni idea del libro del cual hablo, El amor en los tiempos del cólera está dentro de la categoría de libros que la gran mayoría de personas saben de qué tratan así no se lo hayan leído, hasta una película hay.

El contexto histórico es otro de los grandes logros de la novela, Gabo dedica tiempo a encajar la historia dentro de un contexto bien logrado y datado de su parte. Me sorprende la cantidad de menciones a personajes reales nacionales e internacionales que hace y que son fácilmente rastreables en la historia. Algo del tipo hace sentir la novela no como producto de la ficción, sino como una crónica de una historia real, como si los personajes de verdad hayan existido y vivido los acontecimientos que se cuentan. Muchos dirán que justamente esa es la tarea de la literatura, y no tendré motivos para negar su punto, porque en este libro tenemos una muestra más que notable de este asunto.

Algo que Gabo hace de forma impecable y que me gustó mucho es su forma de introducir fragmentos del pasado mientras narra lo que sucede en el presente, de esta forma logra que de a pocos vayamos descubriendo otros asuntos de la vida de los personajes y se logren entender algunos de sus pensamientos y de la forma en la que actúan. de estos fragmentos, que no son pocos, me causa asombro el que se narra cuando Juvenal se cae de la escalera: una caída que físicamente debería durar si mucho 2 segundos, pero que narrativamente logra introducir la vida pública del personaje, algo que obviamente no sucede en 2 segundos, ni una semana. Momentos de este tipo logran expandir y contraer el tiempo al amaño y necesidad del autor de una forma increíble, no les miento si les digo que cada vez que algo del tipo pasaba, me quedaba pensando en lo que acababa de suceder.

Es una novela que muestra el amor vivido desde dos orillas muy distantes. Por un lado, vemos cómo Florentino idealiza lo que pudo vivir junto a Fermina, mientras esta sufre los impases que le provoca intentar encajar en la familia de su esposo, claramente un matrimonio a conveniencia. En este punto confluyen también dos mundos: la típica familia acaudalada que conoce el mundo y que a veces uno no entiende el motivo para seguir viviendo en su lugar de origen si tanto les gusta estar afuera, y las familias emergentes tan propias de cada época que buscan alejarse cada vez más de su punto de origen y encajar junto a los más altos niveles económicos, esto a toda costa y de la forma maquiavélica, si toca.

Durante el transcurso de la novela me pareció interesante como Juvenal Urbino resulta estar justo en la mitad del punto de inflexión de la medicina: las prácticas hechas por la generación de su padre le parecen ridículas y sin una contribución real a mejorar el estado del paciente; años después va a pensar lo mismo de la emergente práctica quirúrgica en la medicina. Creo que esto es algo muy propio de los humanos y de qué aprendemos a hacer y cuando lo hacemos, pues naturalmente llega un punto de la vida donde los avances van más rápido de lo que nosotros mismos nos podemos actualizar, un detalle de humanidad para Juvenal. Ya que hablamos de Urbino: ¿Es casual que su apellido rime con Urbe -> Ciudad y que él haya dedicado tanto tiempo y dinero en pro de su ciudad?

En el fondo de la novela y casi como un personaje silencioso, pero vigilante de lo que le sucede al matrimonio Urbino y a Daza está el río Magdalena: ese gran río que recorre gran parte del territorio nacional y que en su momento fue columna vertebral para el desarrollo que navegaba río arriba y entraba a todos los puertos llevando la novedad del mundo civilizado. Increíble que si bien ahora todavía verlo da una sensación de grandeza y fuerza que solo la naturaleza sabe dar; haya existido un pasado en donde no solo el rumor de las aguas inundaba sus orillas, sino también el de los buques a vapor que iban arriba y debajo de él, el ruido de los guacamayos en sus costados, manatíes y caimanes que habitaban en él. Todo eso ya parece sacado de un cuento, parece puro realismo mágico, pero fue verdad; alguna vez el Magdalena estuvo vivo. Esto es tan cierto que incluso Wade Davis, marca la importancia del Magdalena señalando que, sin él, Colombia no existiría como país, no tengo duda alguna sobre esto.

Sin duda, una novela como El amor en los tiempos del cólera es capaz de ser explorada desde muchos ámbitos y de recabar la naturaleza humana, los sentimientos, las costumbres, el país que alguna vez fue y que ayudó a moldear lo que hoy somos. Una novela como esta, está destinada a perdurar por siempre —eso espero y deseo— para que en el futuro distante quizás todavía se logren reconocer elementos de lo que alguna vez fuimos o sean capaces de conocer lo que ya no está entre nosotros, lo que fue y ya solo habita en páginas llenas de cólera Todo esto, ojalá, mientras Fermina y Florentino navegan río arriba y abajo con la bandera amarilla en la borda del Nueva Fidelidad.