Como siempre que tienes expectativas, llega la decepción. El autor no escribe mal, ni mucho menos, me parece de hecho que tiene este estilo supersencillo que no busca impresionarte con las palabras, de los que dejan el peso a la historia, que tiene su lado bueno y su lado malo, como todo. Lo que ocurre es que cuando dejas de lado el virtuosismo con las palabras solo te queda crear historias brutales, y, en mi opinión, tampoco es el caso. Un chaval que toca el saxofón, un padre que se enfada con su hijo... historias de tu vecino o cualquier amiga, sin nada más que la posible realidad de alguien que no llama la atención en nada. No malinterpretéis, no aspiro a unos personajes elitistas ni nada por el estilo, pero, en este caso, la sencillez del estilo da paso a la simpleza de argumentos, es decir, no hay absolutamente nada que lo saque de la rutina de unas personas normales expresado con un lenguaje normal. Habrá a quien le guste, que es totalmente respetable y magnífico, a mí, la verdad, no mucho. |