Los lunes en el Ritz

No solo de novela negra vive una lectora ávida como la que suscribe estas palabras, por eso ya iba siendo hora de salir de mi zona de confort y dedicarle mi tiempo a una historia que se aleja de los crímenes y la sangre. Hoy os traigo mis impresiones sobre "Los lunes en el Ritz", una novela con tintes históricos que focaliza su argumento a primeros del siglo XX, unos años clave y de grandes cambios en la historia de nuestro país.



Madrid, 1929. Aquel era otro lunes más de invierno en los salones del Ritz, un magno edificio mandado construir por el rey Alfonso XIII, quien se empeñó en darle a la capital un hotel digno donde recibir a personajes ilustres, que contaba con lo último en comodidad y se convirtió en uno de los referentes de la vida social y cultural de la época. Allí se encuentran celebrando tertulia una serie de elegantes señoras de la alta sociedad, reconvertidas en damas de la caridad para poner remedio a las injusticias y el hambre del mundo. Habían fundado una asociación con la principal misión de recaudar fondos para la causa del padre Eugenio, un cura capaz de vender su alma al diablo, saltándose las normas, si con ello consigue ayudar a los más necesitados. Entre estas damas se encuentra Martina, una joven con dotes para la pintura e hija de Francisco Romero, el director del Ritz.



Solo faltan un par de días para la gala en honor a dos de los mejores dramaturgos que ha dado el país: los hermanos Antonio y Manuel Machado. Martina está ansiosa por asistir a ese evento al que concurrirá lo más granado de la sociedad de la época. Toda su vida se circunscribe a las cuatro paredes de aquel emblemático edificio, en cuyo último piso tiene la vivienda su familia. Su padre le ha dado permiso para asistir al que será su primer baile y presentación en sociedad, pero durante el acto se produce cierto desencuentro entre ella y Juan Bosco, un talentoso actor de buen porte del que acabará perdidamente enamorada, aunque ella se niegue a admitirlo. Pero el destino será cruel jugando con ellos…



Este será el punto de partida del que Nerea Riesco se sirve para situarnos en el Madrid de los años treinta y, a lo largo de siete años, nos irá revelando una época convulsa y de grandes cambios políticos en un país que se resquebraja interiormente. Rotunda es la ardua labor de documentación llevaba a cabo por la autora y que se materializa al tejer un tapiz elocuente de la atmósfera política, económica y social de aquellos tiempos, mostrando una ciudad llena de contrastes, creando un perfecto retrato, tanto de los suburbios más marginales como de los lugares más selectos de la alta sociedad madrileña. Nos encontramos en una época breve, en la historia de España, llena de oportunidades para las mujeres gracias a la proclamación de la Segunda República española. Un nuevo régimen político que facilitó un contexto social donde se proclamaba la igualdad entre hombres y mujeres, o la primera vez que éstas ejercieron el derecho al sufragio, o la aprobación de la ley de divorcio.



Estamos ante una novela coral y cada personaje será una pieza clave cuya vida irá encajando, poco a poco, hasta formar un complejo puzle que dará sentido a toda la trama. Entre el amplio elenco de personajes los hay tanto reales como de ficción, siendo estos últimos los que van a soportar todo el peso de la trama. Los protagonistas principales están bien construidos y destacan por su complejidad. Entre todos ellos destacará, brillando con luz propia, el de Martina, una criatura silenciosa, observadora y conformista que siempre trató de no incomodar a su padre y nunca comprendió su talante protector. A la que le hubiera gustado nacer hombre para que don Paco Romero estuviera tan orgulloso de ella como lo estaba de su hermano Fran, un tarambana mujeriego y seductor al que le gustaba la farra. Mientras que a su hermano se lo consentía todo, a ella la trataba como un mero objeto decorativo, menospreciando su inteligencia y su don para la pintura. Nunca la valoró en su justa medida por el simple hecho de ser mujer. Pero eso no frenó el espíritu rebelde e inconformista de nuestra protagonista, una muchacha valiente, luchadora y vanguardista, con la sorprendente capacidad de recordar hasta el más mínimo detalle de los cuadros en los que se fijaba, aunque fuera de manera fugaz. Una mujer a la que veremos madurar y darlo todo para hacer realidad sus sueños, mejorando el futuro de los más necesitados. En cuanto al resto de personajes, casi todos están bien dibujados y caracterizados en función del papel, más o menos importante, que desempeñan en el desarrollo de la novela y representan lo más variado de la política, la cultura y la farándula de aquella época.



Nerea Riesco convierte el Ritz en un personaje más de su novela. Un lugar de estrictas normas que impedía el alojamiento a toreros y personajes de la farándula y al que Francisco Romero, hijo de una familia humilde de mineros onubenses, llegó con 19 años. Un joven demasiado sensible e inteligente como para poder disfrutar de la vida que el destino le tenía reservada. Por eso su madre se empeñó en alejarlo de un futuro luctuoso y le buscó un empleo en la capital que lo sumió en un mundo de lujo y elegancia. Toda su vida la ha pasado tras un denso dosel de diplomacia, cortesía y saber estar.



Con un estilo depurado, una prosa cuidada que te envuelve y seduce, un ritmo pausado pero lineal, sin altibajos, y de la mano de un narrador omnisciente, la autora traza una radiografía de la alta sociedad de los años treinta, del lujo y el glamour que hay en torno a este emblemático hotel, pero de puertas afuera se hace patente una realidad contradictoria en la que perseveran las altas tasas de desempleo, el analfabetismo, la insalubridad de la capital, la prostitución y la mendicidad de un pueblo que pasa hambre.



Sintetizando: "Los lunes en el Ritz" es una novela con una excelente contextualización histórica, social y política, que tiene como telón de fondo uno de los hoteles más emblemáticos de España y bajo la que subyacen temas como el engaño, las traiciones, el desprecio o el resentimiento, que nos hace testigos de una bonita historia de amor. Una lectura entretenida y didáctica, que procura ampliar conocimientos de un episodio convulso de nuestra historia y cuenta con una excelente ambientación, por eso la recomiendo.
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