El jardinero del rey

La historia comienza en 1674 en Versalles, pero no el Versalles que todos conocemos, sino en el pabellón de caza que era antes de que Luis XIV decidiese convertirlo en su residencia real y comenzasen las mastodónticas obras que lo transformaron en el símbolo inequívoco de este rey como monarca absoluto. Esas obras comenzaron en 1677 y aquí veremos parte de ese proceso, pero lo que realmente nos interesa está fuera, en sus jardines, que tienen su propio “rey”.

El jardinero al que se refiere el título es Jean-Baptiste de la Quintinie, personaje real que en primer lugar se hizo cargo de la huerta real de Luis XIV y más tarde de la nueva huerta del también nuevo Versalles, huerta que hoy en día es Monumento histórico de Francia. Por lo que yo sé y he podido ver, aunque el autor usa a La Quintinie, crea para él una biografía, un estilo de vida y una personalidad completamente diferentes a las verídicas, así que el Jean-Baptiste literario tiene poco que ver con el Jean-Baptiste auténtico 🤷🏼‍♀️

Dejando esto a un lado y ateniéndome al personaje ficticio, detesta los lujos, las frivolidades y a los héroes de guerra que tantas atenciones recibían. Su espíritu se aferra a su jardín, a una naturaleza que tiene sus derechos, al clima, las estaciones… un lugar que escapa a la mascarada que es la corte y con el que el ser humano tiene obligaciones.

El mensaje, como se dice en cierto momento, es que “las cosas importantes nos son dadas. El resto, lo que se compra, no tiene valor alguno”.
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Con esta novela, he viajado a la Francia del siglo XVII. He asistido a un baile de máscaras, he visto pasar al cometa descrito por Edmund Halley y he presenciado un banquete junto a Luis XIV. Gracias a Frédéric Richaud, he conocido a Jean-Baptiste de la Quintinie, y el huerto que creó, durante cinco años, para dar de comer a toda la corte del "Rey Sol".
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