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Aviso: es el séptimo libro de la saga. Si no lo leyeron, huyan de la reseña porque cierta información podría tomarse como spoiler. Me gustó tan poco que mis ganas de hablar del libro son mínimas, pero creo que es necesario hacer un esfuerzo para explicar por qué al inicio esto parecía ir por buen camino y después... la nada. Merrick propone un narrador más fresco, un personaje nuevo e intenta iluminar algunas cuestiones que se abrieron en libros anteriores. El intento de innovación es bueno, el problema está en su ejecución y en la construcción de personajes antipáticos. Ahora es David Talbot quien se encarga de relatar él solo aquello que está viviendo y parte de sus recuerdos. Para hacerle un favor a Louis, David se pone en contacto con Merrick Mayfair, una miembro de la Talamasca a la que le tiene especial cariño y que es una bruja, para que invoque a cierto espíritu que el vampiro melancólico del grupo quiere ver. Y a David no se le ocurre nada mejor que contar cómo conoció a Merrick cuando ella apenas era una niña y cómo evolucionó su relación con el paso de los años. Las pocas estrellas de la calificación (una y media sería más exacto) se deben a la construcción del mundo de las brujas (aunque es evidente que sólo es introductorio), a ciertas escenas que generan intriga y a un par de hechos que no puedo mencionar porque pertenecen al final. Con respecto a este, también tengo varias quejas pero me las reservo. Los libros siguientes están en mi biblioteca y, sinceramente, a medida que avanzo los empiezo con menos ansiedad. Y eso para mí no es leer. Estoy perdiendo la confianza y no sé si querré continuar con la saga en mucho tiempo. Ojalá que la próxima vez pueda salir de la costumbre (y del tedio) de las dos estrellas que tomé desde Pandora. |
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